Pocos en el medio diplomático olvidaran el gesto de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, diera apenas hace unos días con México.
Antes de mencionarlo, permítanme ponerlo en contexto.
Chile recordara que cuando hubo el golpe de estado que casi perpetuara en el poder al general Augusto Pinochet, muchos chilenos llegaron asilados a territorio mexicano o, se les permitió la entrada a México con destino otras naciones.
El embajador mexicano era insuficiente para poder negociar con el gobierno golpista y eran días sumamente difíciles para aquel país, así que el canciller mexicano Emilio O. Rabasa, viajo inmediatamente para negociar y conseguir permisos para salir del país aquellos chilenos que pudieran estar en peligro por el régimen golpista.
Así, salvaron la vida cientos de chilenos que dieron vida a miles de hijos y muchos, regresaron al país solamente habiendo muerto el general Pinochet.
Por ello mismo, fineza que obliga y en una muestra de increíble respeto y de sensibilidad, la presidenta Bachelet envío un emisario personal del gobierno chileno, además del embajador en México de aquella nación, para estar en las exequias del fenecido canciller Emilio O. Rabasa que se acaban de realizar.
Son, conociendo cinco centavos de relaciones exteriores, este tipo de gestos los que hermanan a las naciones y muestran, que el dicho “hoy por ti, mañana por mi” se cumple a carta cabal.
El diplomático chileno Hugo Miranda Ramírez, estuvo presente hasta cuando la cenizas de canciller fueron depositadas en su ultima morada.
¿Cierto o no?
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