Ciudad Juárez, donde se juntan feligreses de México y de EU. Para la fe, la distancia es un problema menor y miles de personas dejaron atrás por unos días su vida cotidiana y para ver en las calles de esta ciudad chihuahuense al Papa Francisco, quien viaja con su mensaje de paz y esperanza.
Son diversas las historias. Elizabeth Guadalupe Gómez es una de las feligreses que se aventuró a ver al Pontífice sin boleto y junto con su familia, quienes por más de 13 horas viajaron desde Tamaulipas para recibir la bendición, “aunque sea de lejos”, en la vallas o cerca de “El Punto”, donde estará el Papa Francisco.
Para esta mujer, estar cerca del jerarca de la Iglesia católica es una emoción muy grande, sobre todo porque la ciudad ha sido muy golpeada por la violencia y donde ahora se puede caminar libremente en sus calles y avenidas.
Esto, porque Ciudad Juárez se ha convertido en el punto de encuentro para los feligreses del norte del país y de Estados Unidos; la gente luce sonriente, se toma fotos en las enormes letras rojas que la nombran y que abarcan la calle 16 de Septiembre, acude a la Catedral, compra playeras o banderitas con la imagen del jefe del Estado Vaticano.
Flor Jiménez Vega coincide con Elizabeth y como católica y mexicana expresa una gran alegría por la visita del Papa, “que viene a sembrar la paz que mucha falta les hace a los juarenses y a dar bendiciones a todos los mexicanos”.
María Luisa Díaz vive desde hace muchos años en la Ciudad de México pero regresó a Chihuahua, su estado natal, para reunirse con sus amigos y familiares para ver el andar del Papa Francisco antes de volver a Roma.
“Estoy muy orgullosa de lo que ha pasado en la ciudad, y pese a los malos momentos que se han pasado, ahora está arreglada, limpia; los problemas no se han acabado pero no es como hace años cuando la gente vivía con miedo”, expresó.
Héctor López, también oriundo de Chihuahua, se ha sumado a la euforia del Papa y manejó durante dos días desde Chicago, Illinois, Estados Unidos, hasta Ciudad Juárez para el encuentro, pues siente que es como “si viniera a nuestra propia casa”.
Aunque alegre, Verónica Astiazarán no oculta su cansancio, toda vez que llegar a Ciudad Juárez ha sido un verdadero peregrinar de aeropuerto en aeropuerto, ya que voló de Los Ángeles, California, a Guadalajara, Jalisco, para después ir a Chihuahua y tomar el tercer avión a la ciudad fronteriza.
“Había sido una inquietud que tenía, pensé que no íbamos a poder, todo fue de última hora, yo tuve que volar toda la noche para poder estar aquí… Es una oportunidad única en la vida, no sé si algún día podré ir a Roma”, comentó.