¿Cómo fue que una oficina federal creada para proteger a los estadounidenses se volvió tan despreciada por ellos mismos?
Luego de nueve años de enviar a los pasajeros por filas cada vez más largas para hacerlos quitarse los zapatos, lo más sorprendente del creciente enfado con la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, por sus siglas en inglés) quizá sea que tardó mucho en explotar.
Incluso la secretaria de Estado Hillary Clinton, quien no debe pasar por revisiones cuando viaja, no estaría dispuesta a pasar por tal escrutinio. “¿Quién sí?”, dijo en una entrevista para la cadena CBS transmitida el domingo.
La agencia se fundó en los temerosos meses posteriores a los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 y comenzó con mucho apoyo de la ciudadanía. Los estadounidenses querían seguridad al abordar los aviones.
Sin embargo, la TSA ha demostrado que carece del don de las relaciones públicas mientras intenta ser la última línea de defensa contra amenazas terroristas desconocidas sin tratar a todos como terroristas en potencia.
La TSA “no es un sistema diseñado para el viajero. Es un sistema diseñado para atrapar terroristas y los viajeros quedan en medio”, dijo Paul Light, profesor de administración pública en la Universidad de Nueva York, quien ha dado seguimiento a la efectividad de la agencia desde su creación.
Ese conflicto es el centro de las crecientes críticas contra la TSA por ordenar a los pasajeros a pasar por un escáner de cuerpo completo que revela lo que hay bajo sus ropas, pasar por una revisión corporal a mano o simplemente no volar.
Un viajero de San Diego, John Tyner, se ha vuelto un héroe en internet por resistirse al escaneo y a las palpaciones al decirle al agente de la TSA: “Si me tocas el bulto, haré que te arresten”.
Sus palabras ayudaron a crear una campaña que pide a las personas que se nieguen a tales revisiones el próximo 24 de noviembre, el día anterior a Acción de Gracias y uno de los más ajetreados del año en los aeropuertos.
El presidente estadounidense Barack Obama dijo el sábado que pidió a la TSA asegurarse de tener en mente a las personas cuando diseñe sus procesos de revisión. “Tienes que medir si lo que estamos haciendo es la única manera de garantizar la seguridad del pueblo estadounidense”, dijo. “Y también tienes que preguntarte si puedes hacerlo de modo menos invasivo”.
Sin embargo, John Pistole, de la TSA, dijo al programa “State of the Union” de CNN que el actual nivel de amenaza es demasiado alto como para aminorar el uso de escáneres de cuerpo completo y las palpaciones.
“Lo que (la TSA) debe hacer es preguntarse si reducen el riesgo, en qué proporción y si vale la pena”, dijo John Mueller, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Ohio y quien ha investigado la reacción de la sociedad ante el terrorismo.
En una encuesta realizada en 2007, la TSA fue tan impopular como el Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés) entre los estadounidenses. Aun así, una encuesta realizada por CBS este noviembre descubrió que 81% de los estadounidenses apoyan el uso de escáneres de cuerpo completo en aeropuertos.
Christopher Elliott, un defensor de los consumidores de la Florida, considera que la molestia de los estadounidenses indica que hay un creciente número de personas que cuestionan si la agencia debe seguir existiendo.
“Hay una línea donde las cosas ya no valen la pena”, dijo Elliott. “Hay una creciente sensación de que se ha cruzado esa línea”.