Beatriz González Rubín
Hace tres días ADN Político publicaba en internet que cinco millones de personas no han renovado la credencial de elector, debo reconocer mi culpa: la acabó de tramitar. Definitivamente yo era parte de esa estadística. Qué vergüenza.
También debo aceptar que si la renové fue por la presión ejercida por un personaje que vive conmigo. Con escasos 17 años funge como Pepe Grillo recordándome permanentemente lo que está bien y mal. Pepe Grillo que para efectos cotidianos se le conoce con el nombre de Andrea, me enfrentó haciéndome ver que me quejo todo el día del mal gobierno, que de alguna manera soy ejemplo al trabajar con jóvenes, que escribo en la red y en otros medios sobre política y sus porquerías y por lo tanto tengo la obligación de hacer lo poco que está a mi alcance: votar. Toda la razón y puro argumento poderoso y cierto, así que a las 7:00 a.m. estaba formada en el modulo más cercano a mi casa para tramitar el dichoso documento.
A mi arribo, ya estaban formadas 38 personas, todas moríamos de frio con la fresca (estúpida) mañana. No faltó el hombrecito con su bicicleta que vendía atole y las famosas guajolotas. También entre la gente transitaba un sui géneris personaje como de 120 años que vendía plumas de tinta negra (que no pintaban) y folder tamaño oficio por la módica cantidad de 5 (b)varos (parafraseando al sujeto).
Monjas, obreros, amas de casa, flamantes jóvenes a punto de cumplir 18, personas de la tercera edad, mujeres embarazadas, sólo por nombrar algunos de mis compañeros de aventura, esperamos pacientemente un promedio de tres horas para llegar finalmente a la puerta del local, en donde una amable, pero inamovible mujer revisaba los documentos y te daba finalmente la ficha o te rechazaba inevitablemente.
En un promedio de dos horas, fuimos atendidos 32 personas, saquen la cuenta. Los módulos están trabajando 12 horas y prometen que el día 15 (que es el último) estarán abiertos hasta las doce de la noche.
No cabe duda que los mexicanos somos especialistas para dejar todo al último momento. Muchas personas en la fila llevaban mal los documentos, a pesar de que había enormes letreros que claramente explicaban que se aceptaba y que no y las condiciones en las que debían presentarse los papeles. Aun así la gente discutía y peleaba para que le tramitaran la credencial aunque sus documentos estuvieran mal o incompletos, la respuesta evidentemente era negativa.
Sería interesante realizar un estudio sociológico sobre nuestro comportamiento, creo que es cierto que tenemos el gobierno que nos merecemos: mediocre, corrupto e ineficiente. Somos incapaces de ponernos de acuerdo y luchar por nuestros derechos ya que nos negamos a cumplir con las obligaciones.
No a manera de disculpa, pero quiero contarles que no había tramitado la credencial por una profunda decepción, no se por quién votar, ninguno me convence, todos han demostrado que lo único que les interesa es ganar para después hacer lo que les viene en gana, finalmente se enferman de poder y malgastan nuestros impuestos. Para ejemplo basta un botón, la estela de luz, viene a recordarnos lo poco que importa la gente, miles se mueren de hambre y en pleno Paseo de la Reforma resplandece nuestra vergüenza.
Anulare mi voto, ya no se puede votar por Cantinflas como antiguamente muchos lo hacían. Rezo por mi país, por mi gente y por mis hijos, tenemos el gobierno que nos merecemos, tal vez algún día dentro de muchos años, algo nos hará cobrar conciencia y luchar, mientras tanto seguiremos en el hoyo.