Cada vez son más los urbanistas, arquitectos e ingenieros que apuestan por la construcción de ciudades verticales como modelos de desarrollo sostenible, pues ante el crecimiento de la mancha urbana se busca una manera más amigable de convivir con el medio ambiente.
El enfoque actual es convertir a los espacios ya urbanizados en ciudades inteligentes, en que en un reducido territorio los habitantes tengan concentrados todos los servicios y recursos necesarios para satisfacer sus necesidades.
En un solo complejo se podrían encontrar escuelas, oficinas, bancos, supermercados, parques, cines, centros culturales, hospitales, restaurantes, salones de fiesta, entre otros.
Lo que tendría como efecto una reducción en los tiempos de traslados, haciendo que todo sea realizable a no más de 15 minutos de distancia, lo cual también implicaría una disminución a la dependencia del auto y con esto menos contaminación.
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Al tener en un mismo espacio a un número considerable de personas la utilización de recursos se vuelve más eficiente, al compartir áreas comunes, según expertos en la materia el consumo de la energía eléctrica se reduce en un 60% y el porcentaje restante podría ser suministrado mediante paneles solares.
Estos complejos también están acondicionados para captar agua de lluvia y utilizarla para fines no potables como el riego de plantas, además de contar con jardines en las azoteas que podrían funcionar como pulmones urbanos que además de dar una sensación de naturaleza y bienestar, podrían contribuir a bajar la temperatura de la zona.
Mediante las construcciones verticales se puede tener una vida cien por ciento sustentable, que favorezca a la recuperación del medio ambiente.
JGR