Por Flor Tanit Pérez
El mundo actual está sumergido en una crisis, no sólo de tipo financiera, sino también energética y alimentaria, generada en gran parte, por una crisis ética que nos azota sin piedad. Hemos estado viviendo en un mundo donde los negocios se han convertido en lo más importante, en los cuales, maximizar las ganancias es su único objetivo. La avaricia del sistema financiero es el que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos ahora, la avaricia â?? afirma Muhammad Yunus- es la destructora del sistema financiero mundial.
Las crisis económicas provocan un deterioro en la calidad de vida de aquellos que menos tienen, es decir, aquellos que detentan el poder sobre el mercado financiero son los que menos sufren las consecuencias (en realidad) de una caÃda del sistema. Quiebran las empresas, viene el desempleo, aumenta la pobreza y genera hambruna y muerte. ¿Los más afectados? los paÃses en desarrollo en Ãfrica, Asia y América Latina.
Vivimos en un capitalismo de mercado, incentivado por la ambición y la avaricia, que no se detiene por y para nada, impulsado por una especulación y rumoreo (que ignora los valores éticos) que se dedica solamente a maximizar las ganancias a costa de lo que sea y de quien sea. Yunus afirma que â??ganar todo el dinero posible sólo puede ser un medio para un fin, no un fin en sà mismoâ? (Yunus citado en La Nación, 2008) asà pues, es necesario que el dinero se invierta en algo significativo, algo que mejore la calidad de vida de la gente, que sea socialmente responsable. No puede pensarse en adquirir el máximo dinero posible sin tener algo bueno que hacer con él.
Ahora existe una excesiva -pero bien merecida- desconfianza general de la población hacia los gobiernos, las instituciones financieras y los lÃderes de negocios. Las personas no creen que haya integridad, honestidad o transparencia en los sistemas polÃticos y económicos (Milenio, 2010). Y ciertamente no las habrá hasta que el incentivo de los negocios cambie, y sea no sólo incrementar las ganancias en el mÃnimo de tiempo, sino que exista una razón social detrás, que promueva el crecimiento y â??sobretodo- el desarrollo económico y humano.
Los tan comentados Objetivos del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas todavÃa se vislumbran lejos de poder alcanzarse, el desempleo ha alcanzado hasta a los paÃses más industrializados y desarrollados, y las cifras de pobreza son alarmantes y desgarradoras. ¿Qué podemos hacer nosotros ante esto? Es verdad que no todos podemos participar directamente en el sistema financiero, no tenemos los conocimientos, los recursos y el poder para hacerlo; sin embargo, desde nuestra posición como ciudadanos sociales y responsables, podemos hacer un cambio, minúsculo tal vez, pero cambio. Si tenemos la fortuna de vivir bien, sin preguntarnos qué vamos comer al dÃa siguiente o si tenemos con qué taparnos del frÃo, podemos hacer algo. Ejercer finanzas responsables, por muy pequeño que sea nuestro cÃrculo, servirá.
Referencias:
Milenio (2010) Davos: crisis económica y crisis ética Recuperado el 24 de febrero de 2011 desde http://www.msemanal.com/node/1800
BBC (2011) Lo que dejó Davos 2011. Recuperado el 24 de febrero de 2011 desde http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/01/110131_davos_2011_conclusiones_pl.shtml
La Nación (2008) Entrevista a Yunus, sobre la etiologÃa de la crisis mundial. Recuperado el 24 de febrero de 2011 desde http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1060809
Muy cierto. El cambio global empieza localmente. Japón puede tener un déficit de 200% de su PIB antes del terremoto y tsunami y agravar con ello la crisis global. Pero cada bolsillo puede endeudarse con más de lo que gana y agravar las cosas…
Tienes razón, hay que verlo personalmente. Me quedo con tu conclusion: “Ejercer finanzas responsables, por muy pequeño que sea nuestro círculo, servirá.”
Saludos!