En la era de los libros digitales, una pequeña editorial de la ciudad cubana de Matanzas (oeste) brega desde hace un cuarto de siglo por crear, como en la Edad Media, obras “incunables” con páginas ilustradas a mano.
“Nuestro objetivo es hacer un libro humano, un objeto íntimo, precioso, tanto por su contenido como por su forma. Nuestra filosofía se contrapone a la del libro de bolsillo, hecho para ser manipulado sin cuidado u olvidado sobre un mostrador”, explica Rolando Estévez, de 57 años y uno de los fundadores de “Ediciones Vigía”.
“Algunos se preguntan si el libro de papel va a desaparecer, pero no lo creo. Mientras exista el hombre, habrá libros de papel”, añade Estévez, poeta, pintor y encargado del diseño de la portada de los atractivos libros.
Desde su fundación en 1985, “Editorial Vigía” se instaló en “la casona colonial más antigua” de Matanzas, ciudad considerada la “Atenas de Cuba” -100 km al este de La Habana-, pero con frecuencia ignorada por los turistas que viajan entre la capital y el famoso balneario de Varadero.
“Quisimos publicar a nuestros autores y, sin medios, comenzamos a crear nuestros libros como los incunables del Medioevo”, asegura Estévez.
Vigía, que cuenta con unos 10 trabajadores que devengan “algunas decenas de dólares” al mes, publica cada año hasta 20 volúmenes con 200 ejemplares (el texto se imprime a máquina), con la ayuda financiera del Ministerio cubano de Cultura y materiales donados por universidades norteamericanas y organizaciones europeas.
“Por ejemplo, el papel para hacer esta recopilación del poeta ruso, Sergei Esenin (1895-1925), fue donado por la agencia noticiosa rusa Ria Novosti, pues el papel reciclado es muy difícil de encontrar en Cuba”, comenta Agustina Ponce, de 51 años y una de las responsables de la casa editorial.
“Al principio, nuestro objetivo era ofrecer gratuitamente los libros que hacíamos con el papel ecológico usado para envolver dulces. Pero fue imposible regalarlo todo. No obstante, los textos se venden a precios accesibles para los cubanos, entre 5 y 50 pesos cubanos (2 dólares), y hasta 25 dólares para los extranjeros”, apunta.
El salario promedio en la isla es de 417 pesos (20 dólares).
Vigía dispone de ocho colecciones que publican clásicos de la literatura cubana y extranjera, pero sobre todo las “novedades cubanas”, entre ellas las de autores de Matanzas, elegidas por su Comité Editorial.
También edita una revista anual de creación literaria, hecha de recortes y dibujos.
Estévez garantiza que Vigía nunca ha sufrido censura, pero sostiene que “la falta de medios y de libertad a veces favorece la creación”.
“Si no tengo libertad, me la creo. Abordo en mis obras el sexo y la política sin inhibición”, dijo, aunque reconoce que fue “marginado” en los 70 de los círculos culturales de la isla, al igual que otros artistas e intelectuales que tenían “ideas u orientación sexual” censuradas.
“Cuba ha cambiado mucho desde entonces. Se ha abierto al mundo”, incluso cuando, dirigida por un único Partido Comunista, se mantiene entre los países menos “conectados” a internet en el continente, estima el hombre cuyos padres emigraron en 1969 a Estados Unidos.
“Hay muchas cosas que aún deben cambiar, sobre todo en materia económica, pero otras, como la salud y la educación, se deben preservar”, comenta, mientras el gobierno de Raúl Castro trata de reformar una exigua economía, muy centralizada y burocratizada, que además sufre el impacto del embargo norteamericano.
“Cuba atraviesa una crisis, pero en realidad todo el planeta está en crisis. Es por eso que digo que luchar por el libro, es luchar por el hombre”, afirma.