El problema es cuando hablamos de sindicatos enormes, gigantesco que tienen más de mil empleados y que sencillamente su peso específico es mucho mayor que el que describí en el párrafo anterior.
El fin de semana pasado el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), tuvo su faraónico momento cuando en asamblea extraordinaria “decidió” dar la confianza a Carlos Romero Deschamps, para dirigir sus destinos unos 6 años más.
La reelección de Carlos Romero Deschamps ante el STPRM es una burla que parece que la cúpula sindicalista mexicana hace a sus agremiados, a los empleados de los cuales, comen ya que con el pago de las primas sindicales que puntualmente en los recibos se descuentan, la organización tiene recursos para sobrevivir.
Que me disculpen propios y extraños, será usted del PRD o del PAN o del propio PRI pero esto no estaría ocurriendo si el capítulo de la transparencia y democratización sindical de la reforma laboral, reforma enviada por el Presidente Felipe Calderón, fuera aprobado y la reforma laboral no sería la que envía Manlio Fabio Beltrones a la cámara de senadores, sino una reforma que habla de la situación actual y real de lo que es México y necesita ser en unos años, sin los dinosaurios y lastres de la vida nacional como son Carlos Romero Deschamps y su similar Elba Esther Gordillo.