Entre las fachadas de los edificios y rascacielos de una concurrida calle de la moderna Santiago se encuentra instalada una choza de paja que, hoy por hoy, es un símbolo del creciente respeto al pasado indígena de Chile que por mucho tiempo fue desdeñado. Hablamos de la cultura mapuche.
En el lugar, algunos enfermos remitidos por un hospital vecino hacen fila para consultar a la Lawentuchefe, o yerbatera en la lengua mapuche, que trabaja dentro de la choza, como parte de una iniciativa gubernamental que busca incluir el conocimiento de las hierbas prehispánico al sistema de salud pública de Chile.
Ahora, la cultura mapuche, por mucho tiempo vista por encima del hombro en el país andino, poco a poco se ha convertido en algo chic.
“Yo no soy mapuche pero sí creo en la cultura mapuche”, dijo Elba Soto, de 56 años, que va a menudo a la ruka, como se llama la tradicional casa de paja, en busca de hierbas y ungüentos para aliviar un dolor de huesos. “Todo me sorprende, me encanta”.
Los diseños de corte geométrico de los mapuche han llegado a las pasarelas de Nueva York o París, su comida ha servido de inspiración a la alta cocina y hasta la popular cantante Ana Tijoux ha ondeado su bandera multicolor durante sus conciertos y rapea sobre su lucha en un álbum musical que fue nominado a los Grammy. Hasta las estaciones de televisión compiten con shows sobre el grupo indígena más grande del país.
“Lo Mapuche hoy día no es solamente lo folclórico. Lo Mapuche hoy día es un icono pop cultural”, dice Pedro Cayuqueo, escritor mapuche y presentador del programa televisivo “KulMapu”, sobre la cultura indígena, y que se emite en CNN Chile. “Y eso hace que figuras de la música rock, audiovisual, y de la gastronomía gourmet se interesen en el cruce cultural y vean a los Mapuche como algo, ya no desde una mirada paternalista o caritativa, sino que vean a los Mapuche como algo que es `cool'”.