Los líderes de la Unión Europea dan comienzo el jueves a una complicada reunión cumbre de la Unión Europea con una división entre el este y el oeste acerca de quién debe pagar más para incitar a las naciones en desarrollo a suscribir un acuerdo sobre el cambio climático.
También debatirán por primera vez sobre quién ocupará el nuevo cargo de presidente de la UE y otros altos puestos.
El presidente de la cumbre Fredrik Reinfeldt, primer ministro sueco, instó a sus colegas en la UE a llegar a un compromiso ofreciendo una cifra de ayuda, que consideró decisiva para superar el estancamiento en las negociaciones internacionales antes de la cumbre sobre el clima en diciembre en Copenhague.
La Comisión Europea recomendó a las naciones de la UE pagar hasta 15.000 millones de euros (22.000 millones de dólares) anuales a los países en desarrollo, aunque los grupos de ayuda y ambientales dicen que Europa debería prepararse a pagar 35.000 millones de euros anuales para el 2020.
“Es crucial porque nos arriesgamos a un estancamiento claro en las negociaciones”, dijo Reinfeldt. “Las economías emergentes buscan financiación, y sin ella no cumplirán los niveles de reducciones requeridos”.
Las negociaciones entre gobiernos de la UE acerca de cómo financiar dicha ayuda se desplomaron la semana pasada en medio de un profundo desacuerdo entre ministros de finanzas sobre el modo de compartir los costos.
Polonia y otros estados miembros más pobres de la UE exigen que los países más ricos como Alemania y Francia aporten sustancialmente más a dicho fondo. Sostienen que en medio de una crisis financiera no pueden aportar millones de euros y exigen que los miembros más antiguos, que han contaminado más durante los años, paguen más.
Varsovia demanda un acuerdo que vincule las contribuciones nacionales a la cantidad de anhídrido carbónico que cada nación haya emitido en el pasado.
El desacuerdo significa que los gobiernos de la UE postergaron un plan de poner cifras a la ayuda, demora que amenaza frustrar un acuerdo en la cumbre de Copenhague.
Los países ricos buscan controles amplios de las emisiones de todos los países en el nuevo pacto, que debe reemplazar al Protocolo de Kioto de 1997 sobre emisiones de anhídrido carbónico.
Pero los países en desarrollo dicen que las naciones industrializadas -responsables de gran parte del anhídrido carbónico emitido en la atmósfera- deberían llevar el peso de la carga, por considerar que los límites en la emisiones impuestos a las naciones pobres probablemente obstaculizarán su crecimiento económico.