Delgado, con semblante tranquilo, camisa blanca y lentes oscuros, lejos de la imagen prototípica de un criminal, el empresario chino-mexicano, Zhenli Ye Gon, llegó a la Ciudad de México donde agentes federales estadounidenses lo entregaron a autoridades mexicanas para procesarlo por narcotráfico, entre otros delitos.
Luego de que el lunes se le negara un recurso para evitar la extradición —permaneció nueve años tras las rejas en Virginia— Ye Gon fue entregado a México para que responda por delincuencia organizada, delitos contra la salud, posesión de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Detrás de la llegada de este delincuente, está tejida una historia que llegó a punto más alto el 15 de marzo de 2007, cuando fueron confiscados en su residencia 205 millones de dólares en efectivo, así como millones de pesos mexicanos, euros, oro y joyas.
En México, la Procuraduría General de la República lo señala como el cerebro de la banda dedicada a la fabricación de pseudoefedrina —precursor químico— y el decomiso antes mencionado considerado el cierre de la “Operación Dragón”, el mayor golpe dado en México hasta la fecha contra el tráfico de metanfetaminas en el país.