Rodrigo â??Dr. Nieblaâ? Castañeda
Hace unos dÃas
El lunes pasado la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de Norteamérica, voto, 7 a 2, para que el estado de California no multara a las tiendas que vendan o renten videojuegos cuya clasificación sea para adultos (M de Mature) a menores de edad. El argumento de la Suprema Corte es que los videojuegos, por violentos que sean, â??comunican ideasâ?, y sancionar a alguien por rentarlos o venderlos, aún cuando sea a niños, va en contra de la primera enmienda de la constitución de ese paÃs, que garantiza la libertad de expresión para todos.
El debate no es nuevo, antes de los videojuegos habÃan sido los libros, las pelÃculas y los comics los que habÃan sido puestos en el banquillo de los acusados, bajo el argumento de que destruÃan la moral de la juventud norteamericana. Basta mencionar la Comic Code Authority, que desde 1954 censuraba los comics, y prohibÃa, por ejemplo, que en ellos se leyeran tÃtulos con la palabra â??horrorâ? o â??terrorâ?; y por supuesto no podÃan salir hombres lobo, vampiros, fantasmas o desnudos.
Si hablamos de libros, tenemos que hacer una referencia obligatoria al libro más escandaloso de las escuelas preparatorias de los Estados Unidos, y uno de los clásicos de la literatura norteamericana del siglo pasado: El Guardián en el Centeno de J.D. Salinger, el libro más censurado en el sistema escolar norteamericano; sin embargo el favorito de los maestros de literatura.
Y asà podemos seguir con la televisión, las revistas, las pelÃculas, los juegos de mesa y ahora los videojuegos. Sin embargo, que la Suprema Corte de Justicia vea en los videojuegos un medio para la transmisión de ideas, y qué le de esa categorÃa, es importante no solo para quienes los venden o los rentan, sino para quienes los jugamos y quienes los escriben, pues se reconoce en ellos algo más que una simple forma de entretenimiento.
Pero ¿No es irresponsable esta decisión, no deja indefensos a muchos niños que, potencialmente, pudrirán su cerebro con juegos violentos? No. Hay que entender que, tanto en EUA, como en nuestro paÃs, no es responsabilidad del gobierno decir qué se puede leer, ver o jugar y qué no; sin embargo sà es responsabilidad de los padres decidir qué se consume en su casa, qué es bueno, qué es malo y qué todavÃa no es tiempo que los hijos vean porque no tienen las herramientas para entenderlo del todo. Los padres que incumplen con esta responsabilidad son los que exigen al gobierno que haga lo que ellos se supone que deberÃan de estar haciendo, por unos cuantos padres irresponsables pagamos todos.
Siempre, en mis seis años de columnista de videojuegos y tecnologÃa, me he peleado con aquellos padres que compran a sus hijos juegos sin checar la clasificación, porque sé que son ellos los únicos que se van a quejar cuando vean que su hijo está reventando zombis en Left 4 Dead, o seduciendo extraterrestres en el Mass Effect; son ellos los que se van a quejar y le van a pedir a las cortes y los senados que censuren y que prohÃban, todo porque ellos no son capaces de hacer su trabajo como papás y ver qué están jugando sus hijos. Lo sé. Lo he visto.