La primera sesión de una negociación cuatripartita para reactivar el proceso de paz afgano comenzó este lunes en Pakistán, pese a la ofensiva invernal de los rebeldes talibanes, de una intensidad inédita.
La presencia de China y EEUU en el encuentro debería ayudar a superar la desconfianza entre Afganistán y Pakistán, considerada la única potencia que puede llevar a los talibanes a la mesa de negociaciones con el Gobierno de Kabul.
En esta primera sesión no se esperaba la presencia de ningún representante de los insurgentes islamistas y, de momento, se ignora cuándo acudirán a las negociaciones.
El encuentro comenzó a las 10h locales (las 5h GMT) con un discurso del consejero del ministro de Relaciones Extranjeras paquistaní, Sartaj Aziz.
“Espero que esta reunión (…) permita encontrar el camino hacia una paz duradera en Afganistán mediante un acuerdo negociado en la paz”, declaró Aziz, rechazando toda condición previa al diálogo y toda amenaza de acción militar contra el contrario.
Estas negociaciones se inscriben en una hoja de ruta que debe establecer las bases necesarias para un diálogo entre Kabul y los talibanes, cuya sangrienta insurrección alcanza su punto álgido, 14 años después de que fueran expulsados del poder.
Confirmando las conversaciones del lunes, Javed Faisal, portavoz del jefe del Ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, indicó que Pakistán dará a conocer “una lista de talibanes dispuestos a participar en las negociaciones de paz y de talibanes que no lo desean”.
Pakistán es uno de los tres únicos países que reconoció al régimen talibán entre 1996 y 2001. Kabul acusa al país vecino de patrocinar a los insurgentes y permitirles guarecerse en su territorio.
Las primeras conversaciones directas entre el Gobierno afgano y los talibanes se produjeron en julio cerca de Islamabad, pero se frenaron en seco tras el anuncio de la muerte del mulá Omar, fundador del movimiento.
Su sucesión dio lugar a una guerra fratricida entre varios jefes rebeldes y a la elección del nuevo líder, el mulá Ajtar Mansur, que no cuenta con la unanimidad de los responsables del movimiento. Los problemas estallaron cuando una facción, liderada por el mulá Mohamed Rasul, se escindió del grupo a finales del año pasado. En diciembre, el mulá Mansur fue herido en un tiroteo provocado por una rencilla entre responsables talibanes en Pakistán.
Pero esos disensos no han impedido a los talibanes intensificar su insurrección en el conjunto de Afganistán, y llegar a tomar brevemente la gran ciudad de Kunduz (norte del país) a finales de septiembre, su primera conquista de una capital de provincia desde 2001.
En las últimas semanas, han multiplicado los ataques contra los símbolos de la presencia extranjera en el país y se han hecho con el control de grandes partes del distrito de Sangin, lugar clave en la producción de opio, en la provincia de Helmand, un feudo talibán en el sur.
Según los expertos, la intensificación de los combates por parte de los insurgentes podría tener como objetivo llegar fuertes a la mesa de negociaciones.
Un responsable talibán de la facción dirigida por Mansur dijo a la AFP que Pakistán había estado en contacto con dirigentes de los rebeldes, pero que su grupo se hallaba a la espera de ver si la facción rival dirigida por el mulá Rasul acudía a las negociaciones.
“Por lo que sé, los dirigentes talibanes están dispuestos (a acudir) a toda reunión de este tipo en el futuro, pero también veremos qué otros grupos afganos o facciones talibanes están invitados a las conversaciones de paz previstas”, añadió.
Rahimulá Yusufzai, especialista del mundo talibán, apuntó que la reunión cuatripartita es un “avance importante”, y que la presencia de China y EEUU le confiere un peso mayor.
Advirtió, sin embargo, de que “los talibanes aún no han mostrado su voluntad de dialogar y han dicho que su prioridad es terminar con los disensos internos”. En su opinión, “la facción de Rasul acudirá a las reuniones, pero la presencia del grupo de Mansur es muy importante”. “Habrá que esperar a ver cómo reaccionan”, señaló