Donald Trump y su metamorfosis a candidato serio. A su manera poco ortodoxa, Donald Trump está sin dudas tratando de transformarse en un candidato digno de una elección general.
El extravagante magnate está hablando de flexibilizar su línea dura en torno a la inmigración ilegal. Se ha comprometido a moderar su tono provocador, admitiendo que las mujeres en particular pueden rechazar su estilo agresivo. Y se está esforzando por ser el abanderado del Partido Republicano, llamando a la unidad y prometiendo a sus correligionarios ayudarlos a ganar sus propias elecciones en noviembre.
“Es muy, muy importante que nuestros senadores y nuestros representantes sean reelegidos”, afirmó el martes durante una conferencia de prensa nocturna en uno de sus hoteles de la Florida.
Trump, no obstante, sigue haciendo las cosas a su manera. Su promesa de ayudar a otros candidatos vino después de una prolongada promoción personal, rodeado de mesas con vinos Trump, de agua embotellada y de pedazos de carne cruda, que ya no vende. Su llamado a la unidad sigue acompañado de dardos a sus rivales, “Little Marco” (Marquitos) Rubio y “Lying Ted” Cruz (Ted el Mentiroso).
Pero hay indicaciones claras de que Trump está cada vez más confiado en que será el nominado de los republicanos para la presidencia y que sabe que tiene que resultarle atractivo a un público mucho más amplio, al tiempo que ganarse a los líderes de su propio partido.
Los rivales de Trump tienen una nueva oportunidad de frenar su impulso en las primarias del martes en Florida y Ohio. Si triunfa en ambos estados, la única esperanza que le quedaría a Rubio, Cruz y John Kasich sería probablemente pelear la nominación en la convención partidaria, a partir de una realineación de delegados en el marco de una rebelión general.
Algo que preocupa a los republicanos respecto a una victoria de Trump en las elecciones internas es que les cueste no solo la Casa Blanca, sino también la mayoría en el Senado. En estados reñidos como Ohio y New Hampshire, sobre todo, los senadores republicanos que buscan la reelección podrían verse obligados a responder preguntas sobre las propuestas de Trump y sobre sus insultos, desviando toda la atención hacia el magnate.
Aparentemente decidido a despejar temores, Trump está dando a entender que quiere ser un aliado de los legisladores, no una carga.
“Me encantaría ver que el Partido Republicano y todo el mundo se unifican”, dijo tras su buena prestación del último Supermartes. “Cuando nos unamos, no hay nadie, nadie que nos pueda ganar”.
Trump ha tenido contactos con el líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell y con el presidente de la cámara baja Paul Ryan, y tiene el apoyo de un puñado de legisladores y de dos gobernadores. Pero su relación con funcionarios republicanos elegidos parece limitada.
“Tengo mi teléfono a mano, pero nadie me ha llamado”, comentó el senador Steve Daines.
Otro senador, Johnny Isakson, dijo que está seguro de que Trump llamará, “pero todavía no lo ha hecho”.
Siguiendo los pasos de numerosos nominados a la presidencia, Trump ha comenzado a moderar un poco propuestas sobre temas que pueden ser importantes en las elecciones generales, como los de la inmigración y las mujeres.
Trump causó revuelo el año pasado al comprometerse a construir un muro a lo largo de toda la frontera con México y a deportar a los 11 millones de extranjeros que se cree viven en el país sin permiso, un enfoque que va en contra de la postura del partido, que contempla una reforma integral a las leyes de inmigración.
Ahora destaca la importancia de ser flexibles en temas de relevancia.
“En cuando a la inmigración y a casi todo lo demás, siempre hay un tira y afloja antes de llegar a acuerdos”, declaró Trump en el debate republicano más reciente.
El magnate sorprendió asimismo con su defensa de Planned Parenthood, agencia de planificación familiar que es blanco frecuente de los candidatos republicanos, al decir que “millones de mujeres ha sido ayudadas” por sus clínicas. Si bien Trump dice que el gobierno no financiará Planned Parenthood mientras siga ofreciendo abortos, el tono con que habla del tema podría ser bien visto por las mujeres, que constituyeron el 50% del electorado en las últimas elecciones presidenciales.
Trump reconoció el miércoles, en una entrevista con MSNBC, que le queda mucho por hacer con las mujeres como consecuencia de algunas cosas que dijo durante la campaña.
“Para salir victorioso, francamente, tuve que mostrarme duro, que ser avispado, astuto y desagradable”, manifestó. “Comprendo que eso no les guste a las mujer
es. Pero todo cambiará cuando esto termine”.
Algunos republicanos escépticos creen que las últimas actitudes de Trump no son tanto iniciativas inteligentes con miras a las elecciones generales sino un indicio de que no tiene principios básicos.
“Es el tipo de criatura política amorfa que será lo que tenga que ser para los votantes, donde sea que lo necesiten”, opinó Kevin Madden, quien asesoró al nominado republicano del 2012 Mitt Romney.