Un programa informático diseñado por la Universidad de Maastricht (Holanda) para descubrir plagios estudiantiles ha servido para demostrar que Shakespeare escribió “El Reinado de Eduardo III” con ayuda de otro dramaturgo isabelino.
Al menos eso es lo que cree Brian Vickers, un experto en la obra de Shakespeare de la Universidad de Londres, según el cual el cotejo de frases utilizadas en “Eduardo III” con las de otras obras tempranas del bardo demuestran que colaboró en ella con Thomas Kyd, uno de los dramaturgos más populares de su época.
El profesor británico utilizó un programa informático bautizado ‘Pl@giarism’ para cotejar la obra, publicada en 1596, cuando Shakespeare tenía 32 años, con otras del mismo período.
El programa en cuestión identifica frases de tres o más palabras en la obra conocida de un determinado autor y busca sus parejas en otras sin atribución segura.
En obras de autores distintos pueden darse hasta veinte frases parejas porque algunas de las frases son de uso común.
Sin embargo, cuando se cotejó “Eduardo III” con otras obras suyas anteriores a 1596, se descubrieron hasta 200 frases emparejadas.
Esas frases pertenecen a cuatro escenas, que equivalen a un 40 por ciento aproximadamente de la obra.
En el resto de las escenas se identificaron frases típicas de otras obras de Kyd, conocido sobre todo por su “Tragedia Española”, obra de la que se sabe que influyó en Shakespeare.
La sugerencia de que Shakespeare es coautor de “Eduardo III” ha sido materia de debate durante siglo y medio, pero sólo últimamente se le ha dado credibilidad.
En 1997 se incluyó esa obra en la edición conocida como “The Riverside Shakespeare” y también forma parte de las Obras Completas en la edición de la Universidad de Oxford.
Algunos estudiosos se niegan a creer que un genio como Shakespeare hubiese colaborado con otros dramaturgos, incluso en los comienzos de su carrera.
Pero Brian Vickers no tiene dudas: “Cuando se encuentran 200 frases (parejas), uno puede estar seguro. Todo el mundo puede ver que algunas escenas (de Eduardo III) son muy shakespearianas, pero nadie entendía por qué hay versos que decididamente no son suyos. Hay una gran diferencia de calidad entre ambos autores”.