El ex primer ministro israelí Ehud Olmert fue condenado el lunes a ocho meses de prisión por aceptar ilegalmente fondos de un partidario estadounidense, una sentencia que selló la dramática caída en desgracia del hombre que hace apenas unos años dirigió el país y esperaba lograr un histórico acuerdo de paz con los palestinos.
Ehud Olmert fue condenado en marzo en una repetición del juicio en el Tribunal del Distrito de Jerusalén. La sentencia se suma a una pena de seis años de cárcel que recibió el año pasado por otro delito de sobornos, que puso fin a su carrera política.
El equipo legal del ex primer ministro estaba “muy decepcionado” por el veredicto y apelaría al Tribunal Supremo, dijo su abogado Eyal Rozovsky. Se le concedió una suspensión de 45 días, lo que significa que el ex gobernante israelí evitará el encarcelamiento por ahora.
Ehud Olmert se vio obligado a dimitir a principios de 2009 en medio de acusaciones de corrupción. Su salida abrió camino a la designación del conservador Benjamin Netanyahu y los esfuerzos de paz posteriores no han tenido éxito.
El ex primer ministro, de 69 años, fue absuelto en 2012 de una serie de acusaciones que incluían haber aceptado sobres llenos de efectivo del empresario estadounidense Morris Talansky cuando Olmert era alcalde de Jerusalén y ministro del gabinete. Se determinó que Olmert había recibido unos 600.000 dólares de Talansky durante su etapa como alcalde y más dinero en efectivo cuando era ministro, pero el tribunal no halló pruebas de que el dinero se empleara por motivos personales ilegales o en financiamiento ilegal de campañas.
Talansky, un judío ortodoxo de Long Island, en Nueva York, ha testificado que el dinero se gastó en costosos puros, viajes en primera clase y hoteles de lujo, y ha insistido en que no recibió nada a cambio.
La absolución de los cargos más serios se vio en su momento como una gran victoria para Olmert, que denegó las acusaciones de corrupción. Sólo se le condenó por un delito menor de abuso de confianza por dirigir los nombramientos de empleados y contratos a clientes de un socio comercial, lo que avivó sus esperanzas de regresar al escenario político.
Sin embargo, su ex directora de personal y confidente, Shula Zaken, se convirtió después en una testigo del estado y ofreció entradas de diarios y grabaciones de conversaciones con Olmert sobre la recepción ilegal de efectivo, lo que llevó a repetir el juicio. En las grabaciones se oye a Olmert diciendo a Zaken que no testifique en el primer juicio para no incriminarle.
Los jueces concluyeron que Olmert había dado parte del dinero a Zaken a cambio de su lealtad y utilizó el resto para uso personal sin declararlo como indica la ley. Fue condenado por el delito grave de recibir dinero de forma ilegal, así como por fraude y abuso de confianza.