No es frecuente que escriba sobre política en México. El tema ríspido nunca deja a todos convencidos y siempre deja controversia, molestia e incluso hasta amenazas. Tengo siempre dos opciones, lanzar algunos puntos y presentarlos tomo temas para reflexión, lo que simplemente carece de valor al publicarlo, o bien escribir mi opinión al respecto de una situación particular. Esto vale, y vale mucho más que simples comentarios al aire.
Empiezo en esta inserción mencionando algo que escribí en Twitter recientemente. Hace poco, con la muerte del Jefe de Jefes se predijo una inestabilidad en México. Muchos no lo creyeron, pero hoy México preocupa.
Hoy se conoció la ejecución de Rodolfo Torre Cantú, candidato a Gobernador de Tamaulipas por el PRI. En seguida vienen a la mente tanto la ejecución de Luis Donaldo Colosio en Marzo de 1994. También se viene a la mente el secuestro de Diego Fernández de Ceballos en mayo de este año. Incluso algunos nos volvemos a cuestionar el fallo que se emitió en las investigaciones con respecto al accidente del avión de Juan Camilo Mouriño en noviembre de 2008.
Cuando el “Crimen Organizado”, como hoy lo definión Felipe Calderón Hinojosa ataca a figuras del calibre del Jefe Diego o de Torre Cantú, o cuando dudamos de la resolución del caso Mouriño, ese Crimen Organizado a mis ojos no es otra cosa que claro y directo terrorismo.
Las ejecuciones de los grandes, las muertas de Juárez, los artistas gruperos y los periodistas asesinados, las narcoejecuciones, las emboscadas a los convoyes de la Policía Federal e incluso la inconformidad con el actuar de nuestras autoridades como en el caso de la PGJEM y la fiscalía en el caso Paulette hacia el segundo trimestre de este año, o con el doloroso caso ABC sólo han logrado desestabilizar a la ciudadanía, generar una desesperanza, una desilusión, una sensación de burla y engaño por parte de la clase política, un miedo, un terror.
Nos preguntamos ¿qué sigue?, ¿quién sigue? – ¿Felipe Calderón? ¿Matar a la figura presidencial? Esto da mucho miedo. Si llegase el fatídico evento, entonces todo lo que han hecho estos GRUPOS POLÍTICOS ORGANIZADOS generaría un desequilibro tremendo en nuestro país.
Yo ya no estoy de acuerdo en que FCH, los partidos, las ONGs, los políticos, las instituciones, las organizaciones y los diversos líderes salgan en público a condenar los hechos. Todos estos hecho ya nacieron condenados. No es momento de ser recordados como la generación que luchó contra el Crimen Organizado. No es heróico, es vergonzoso que en nuestro México quien quiera el cambio deba estar dispuesto a morir.
Urge un cambio:
En la cláse política, que se arme de valor y deje de lado las aspiraciones personales, la búsqueda de la aprobación y de la imagen pública. Una clase política que no quiera sólo aparecer en los libros de texto del futuro y hoy vivir como millonarios. Una clase política que carezca de tibieza y que aplique firmeza en donde se requiera y dureza en donde sea indispensable.
En la ciuadanía, que se queja, dice, comenta, mienta madres y hacen chistes de toda calamidad y desgracia pero que no actúa. Debe la ciudadanía cambiar desde el punto de vista del entendimiento político de una nación que hoy agoniza. El entendimiento, cultura y educación política que permita regenerar el concepto de gobierno y gobernante. El entendimiento de ejercer una opinión y voto, no por castigo a quien mal desempeño tuvo, sino un voto de aporación aquien presente un plan viable, a quien desee escuchar a sus representados, a quien esté dispuesto a trabajar en pro de un proyecto de nación y anteponerlo a intereses y egolatrías.
México está listo para un cambio, un cambio demasiado urgente. Esta no es la Patria que nos dieron nuestros héroes hace 200 años. Lejos de enorgullecerse por un bicentenario de independencia, es momento de recapitular, de hacer un balance, de entender nuestroe errores, de analizar nuestras deficiencias, de trazar un plan de nación y de ejecutarlo hacia su consecución.
No veremos el cambio de inmediato. De hecho, sólo estaremos iniciando el camino hacia un México de excelencia – ya no el México de mediocridad e indiferencia. Una nación que alguna generación más adelante podrá quere, amara y sentirse orgullosa.
Tenemos 3 opciones – Una es trabajar en pro de lo que acabo de comentar. Otra es exiliarnos en algún otro país. La tercera es el conformismo de nuestra realiad y no bucar el cambio.
Carlos A. Bazán-Canabal
Analista Financiero y Tecnológico
Twitter: @caBazan
Blog: www.bazan.mx
Totalmente de acuerdo, si queremos un cambio debemos ser participes del mismo y esto implica el trabajar para hacer de muestro país, una nación de la cual nos siéntanos orgullosos.
El exilio no es una opción y ya han sido muchos años de conformismo.
Felicitaciones por su columna
Don William, muchas gracias por leerme. Cada día los eventos políticos en México, incluyendo los enroques en el Gabinete Presidencial y la tibieza con que se lleva el gobierno y se “busca” solucionar los problemas que nos aquejan nos alejan del orgullo de nación que mencionas. Tristemente los principales interesados, los ciudadanos no hacemos nada.
Es como la gotera que nace en el techo de la casa. Si la fuente del problema no se atiende de inmediato, tarde o temprano terminará por caerse el plafón. No basta con ver la gota, atacar el problema con una cubeta y mentar madres sobre la impermeabilización no hecha.
Igual en México, sólo vemos en la tele lo que pasa, leemos y no actuamos. Nuestro plafón ya ha empezado a caer y ya nos ha lastimado. Seguimos como mexicanos viendo, sabiendo que el plafón caerá sobre nuestra cabeza y nos matará.