Beatriz González RubÃn
Hace unos dÃas leà una noticia en lÃnea en El Universal de Guadalajara, que hablaba sobre las mujeres que participan con el narco, y no me refiero a las esposas, madres, hermanas o aquellas que sin quererlo son parte de este núcleo. Hablo de aquellas que son miembros activos, sicarias, asesinas, simplemente criminales.
Lo más preocupante de la situación es que muchas de ellas son niñas. Una en especial, de 16 años habla tranquilamente de cómo aprendió a manejar armas y de su ingreso a Los Zetas por una â??invitación de amigosâ?.
Otra, de 21 años fungÃa como halcón y tranquilamente relata â??Me pagan cuatro mil a la quincena allá en Fresnillo desde hace un año. Trabajo para el comandante Centenoâ? (1)
Mi cuestionamiento es ¿Qué ha llevado a estas chicas y cientos de chicos también, a optar por ser servidores del narco? La respuesta no la sé, quisiera entenderlo y tener en mis manos las herramientas para evitarlo.
Creo que es una combinación de muchas cosas: hambre, educación, falta de oportunidades, ausencia de padres, seducción del dinero â??fácilâ?, pero definitivamente, sea cual sea la razón es sumamente triste.
¿Qué pasa por la mente de estos jóvenes? ¿Tendrán acaso ilusiones, sueños y esperanzas? ¿Cómo es que las han perdido o quizás nunca las tuvieron?
Si ustedes queridos lectores tienen hijos, (si no, algún jovencito cercano a ustedes), imagÃnenlo portando un arma, un cuerno de chivo, una ametralladora, amedrentando, asustando y finalmente asesinando. Después de esto creo que no queda nada, todo se muere con ese primer â??plomazoâ?, se entierran los sueños, las ilusiones, los planes.
Los jóvenes son el futuro de México, y no niego que hay muchos valiosos, productivos, que luchan por prepararse y ser alguien en la vida, pero todos aquellos que han sido seducidos por el dinero fácil, por el camino rápido, por el odio y la amargura, formaran parte (si es que viven) de ese futuro que finalmente no pinta muy bien.
Dios guarde a la juventud, a aquellos que en vez de libros y sueños, tiene armas y un corazón lleno de odio.
Como siempre, una excelente publicación de Bety.
Estoy completamente de acuerdo en las posibles razones y haría especial énfasis en la falta de padres, de una familia que inculque valores de dignidad, respeto, fortaleza y humanidad; por muy dificil que sea la situación o no tenga dinero, mis valores me impiden hacer algo así, jamás lo haría.
Sin querer sonar moralista ni nada, creo que la familia y los valores que ésta inculca son la base para la regeneración de mi pobre México.
Saludos.