El paternalismo del actual gobierno supera al de los anteriores.
Sin embargo, es necesario entender este concepto. El paternalismo se puede ejercer solamente en un contexto autoritario. El paternalismo es la versión emocional de los líderes autoritarios que buscan generar dependencia manipulando el agradecimiento de los beneficiarios de los programas de asistencia social.
Hoy vemos una acumulación de poder con fines electorales y la herramienta más efectiva para lograrlo es a través de ejercer el paternalismo, regalando dinero, -no por altruismo-, sino para generar dependencia que garantice la manipulación del voto en las próximas elecciones.
Por tanto, el paternalismo se ejerce generando públicamente la percepción de protección y pretendiendo aparentar generosidad. Así es como el presidente López Obrador mantiene la popularidad que hoy ostenta… comprando el apoyo popular para acumular poder y así blindar la permanencia de sus proyectos personales a través de dejar a sus corcholatas incondicionales en el poder cuando él acabe su sexenio.
Lo opuesto al paternalismo manipulador es la autoridad moral, la cual persigue como objetivo enriquecer la vida democrática.
Por tanto, lo opuesto a la democracia es el paternalismo manipulador.
Sin embargo, debemos reconocer que dentro de la idiosincrasia mexicana existe una gran predisposición para dejarse seducir por caudillos paternalistas y autoritarios a cambio de dádivas.
Aún así, debemos reconocer que este modelo de manipulación social y política, -insertado en el populismo-, no lo creó el presidente López Obrador, ni MORENA, sino el viejo PRI de mitad del siglo XX, que tuvo su apogeo en la época del populista presidente Luís Echeverría, escuela en la cual se formó el joven político Andrés Manuel López Obrador, quien ingresó a ese partido en 1976, iniciando el sexenio de López Portillo y en 1983, en la administración del presidente De La Madrid López Obrador llegó a ser presidente del PRI en Tabasco.
Sin embargo, el modelo asistencialista del PRI era más discreto y además, muy institucional, pues descansaba en la imagen del partido, el PRI. En cambio, hoy el mérito se abona a la generosidad del presidente.
En resumen… ¿A dónde irán los recursos obtenidos por la extinción de los fideicomisos, los ahorros de la pobreza franciscana de este gobierno, -que ha disminuido programas de salud, educación y otros-, así como otros medios de financiamiento como la lucha contra la corrupción?
Quizá todo vaya a dar a los programas de asistencia social, lo cual se reflejará en los votos a favor de MORENA en las próximas elecciones.
Don Francisco Ibarra López
A los 90 años de edad murió don Francisco Ibarra López, gran amigo, un pilar de la radio en México, fundador y presidente de Grupo ACIR y uno de los fundadores de la Academia Mexicana de la Comunicación A.C.
Q.E.P.D.
El lenguaje presidencial
Las inferencias que acostumbra a practicar el presidente de la república son el sustento de las etiquetas peyorativas que este acostumbra a utilizar para denostar y lastimar la reputación de quienes disienten de sus opiniones, lo cual carece de lógica elemental, esa materia que cursamos en tercero de secundaria.
Por otra parte, el lenguaje presidencial ha llevado a la política mexicana a utilizar agresiones verbales. Recordemos lo externado en la mañanera; “Racistas, cretinos y clasistas”, que son algunos de los adjetivos calificativos en contra de quienes ejercemos nuestro legitimo derecho a oponernos a la reforma electoral que pretende destruir al INE para controlar, -en beneficio de su partido y su proyecto político-, las elecciones.
Nunca un presidente había utilizado este lenguaje para denostar a sus opositores. Las formas elementales de la cortesía política habían prevalecido. En contraprestación, -de parte de los opositores al presidente en turno-, se respetaba a la institución presidencial.
La canción con la que los diputados de la oposición festejaron en el salón de plenos de la Cámara de Diputados el cumpleaños del presidente, -“Rata de dos patas”… interpretada por Paquita la del barrio”-, habla de la degradación de la política que hoy vivimos, lo cual es parte del clima de confrontación que nace de las “Mañaneras” presidenciales.
Nunca antes, -que yo recuerde-, en un recinto oficial, como el Palacio Legislativo, se había denigrado tanto a la investidura presidencial. Sin embargo, aplica la máxima popular de “el que se lleva… se aguanta”.