A medida que se van conociendo los resultados de las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos (EU), es evidente que la “ola roja” republicana que muchos expertos preveían no se ha materializado.
Las primeras cifras indican que es probable que los republicanos recuperen la Cámara de Representantes, pero por un número menor de lo esperado, mientras que el Senado de E.U sigue siendo un cara o cruz.
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Aunque Biden puede tener cierto poder para nombrar jueces federales y posiblemente incluso del Tribunal Supremo si los demócratas mantienen el control del Senado, otras prioridades clave de la Casa Blanca ,entre ellas, el medio ambiente, la sanidad y los derechos reproductivos, se paralizarán.
A estas alturas, tanto el Partido Republicano como el Demócrata tienen posibilidades de ganar tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.
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Es verdad que los republicanos mantienen una ventaja en la Cámara que les hace favoritos, pero por un margen de tres o cuatro escaños que no está en absoluto garantizado. Si los demócratas ganan en los Estados en que van por delante y son favoritos y logran dar la vuelta a otros cuatro en los que la ventaja republicana es corta o el escrutinio va con mucho retraso (en Colorado, Oregón y dos en California), hay una posibilidad de que lleguen a la cifra mágica de los 218 escaños, la mayoría en una Cámara de 435 representantes.
No es muy probable, no tienen margen de error, pero tampoco cabe descartarlo. A medianoche de este jueves el resultado era de 211-198 a favor de los republicanos, con 26 escaños pendientes de adjudicar.
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En cuanto al Senado, todo está abierto. Quedan tres asientos por definir y el que gane dos tendrá el control. Arizona y Nevada siguen contando los votos. En el primero tiene una amplia ventaja el candidato demócrata y en el segundo, una muy corta el republicano, pero queda escrutinio por delante y cualquier pronóstico es aventurado. Si cada partido ganase uno de esos dos Estados, todo quedaría pendiente de Georgia, donde ninguno de los candidatos ha superado el 50% y será necesaria una segunda vuelta el 6 de diciembre. En 2020 ya fue el desempate de Georgia el que decantó el Senado, en aquel caso del lado demócrata.
Pero, ¿por qué tarda tanto el escrutinio? Lo primero que hay que entender es que estas no son unas elecciones con reglas comunes para todo el país. Cada Estado regula el proceso electoral a su manera.
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Dibuja los distritos de la Cámara de Representantes (dando lugar al gerrymandering, la delimitación partidista de circunscripciones), establece los requisitos para registrarse, fija las reglas del voto adelantado en persona y del voto por correo, tiene sus máquinas de conteo y hasta diferentes sistemas para declarar al ganador, incluidos los sistemas de doble vuelta —como en Georgia— y de voto preferencial, como en Maine y Alaska.
Además, esto no son solo unas elecciones legislativas. Se vota a la Cámara de Representantes en todo el país y el Senado en 34 Estados, pero además en muchos se vota al gobernador, al vicegobernador, al secretario de Estado, a comisionados, a jueces del Supremo estatal, de apelaciones y de distrito, a diversos fiscales, a los legisladores estatales, concejales, alcaldes, miembros de los consejos escolares… Las papeletas son únicas para todas las votaciones y pueden ocupar varias páginas con decenas de casillas. Eso complica el escrutinio.
LM