Nadie pensaba que pudiera darse un ataque con tal virulencia, sobre todo después de que hace unos años, las autoridades demostrarán que quien la hace la paga en Tanhuato Michoacán.
Los militares estaban trasladando a un detenido por narcotráfico, lo hacían de noche y en silencio sin gran operativo para que todo pareciera que no había nada de importancia, equivocaron la estrategia.
Dos carros con soldados iban avanzando, cuando de diferentes puntos los cazaron como patos en el estanque.
Algunas versiones hablan de que entre 20 y 30 armas fueron utilizadas, otras que un convoy de camionetas les cerró el paso y comenzó la refriega.
Granadas, disparos de armas automáticas, gritos y carcajadas se escuchaban.
Todo fue muy rápido. Algunos creen que no más de 5 minutos.
Los sicarios rescataron a un capo de las drogas. Sitios especializados en narco cultura hablan de que el hermano del Chapo Guzmán había sido liberado por gente del Cartel de Sinaloa en Culiacán, esta versión sigue sin ser confirmada del todo, pero no extrañaría a nadie dado el despliegue de fuerza del cartel contra militares.
Hoy sabemos que fueron 5 los muertos y seis los heridos.
Fuentes que no desean darse a conocer hablan de que la emboscada duró 40 minutos, algo improbable pero no imposible; improbable ya que el ataque fue certero y rápido, no se deseaba que se pusiera en riesgo la vida del trasladado y menos de que pudieran los militares solicitar apoyo al cuartel.
De hecho se sabe que no pidieron auxilio, lo que indica que fue sorpresivo todo.
Dos vehículos fueron explotados con granadas, los cuerpos quedaron tendidos, ninguno fue fotografiado, los vecinos de la zona fueron los que solicitaron ayuda una vez acabado los disparos escuchando los lamentos y solicitudes de auxilio de los heridos.
Todo había acabado. La SEDENA está dolida por la forma en que cayeron sus elementos en el cumplimiento de su deber. Se anuncia que llegan 100 elementos más a Sinaloa para reforzar la seguridad.
El hermetismo aun cuando ya pasó todo, sigue siendo mayúsculo, pero queda en la memoria de los periodistas y las familias la fotografía de 5 cascos, igual número de chalecos antibalas y rifles, recargados a un lado de la zona de guerra indicando las bajas a minutos de llegar los servicios de emergencia.