Causará polemica Guillermo Monroy pero lo hace bien, camina pausado y asegura que apenas puede ver. Aún así, con 92 años Guillermo Monroy conserva la lucidez, las emociones y la imaginación a la mano, lo que le ayuda a explicar su visión sobre lo que será la pintura en el futuro.
“Nosotros vamos a pintar de acuerdo con unas computadoras y rayos láser y vamos a practicar con sonidos y pinturas muy grandes en donde pueda plasmarse la voz; cambiarán los colores con electricidad y a través de electrodos, plasmaremos emociones en superficies cóncavas, esféricas y convexas”, aseguró a Notimex.
Monroy Becerril sabe de lo que habla. A lo largo de su vida experimentó con prácticamente todas las técnicas posibles que permite la pintura: del dibujo en papel con lápiz a los grandes murales del edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en la Ciudad de México.
El pintor fue entrevistado por Notimex con motivo de la inauguración de la muestra “Monroy, un Frido entre dos siglos”, en el Museo de Arte de Tlaxcala, en donde por primera vez se expusieron obras realizadas por él con aerógrafo.
Para un artista conocido más por su técnica en bolígrafo, lápiz, óleo o mural, el aerógrafo resulta una gran novedad: “comencé yo a jugar tratando de adivinar o de buscar, o de encontrar una nueva técnica y buscar la tercera dimensión y buscar lo más dinámico y rítmico que se pudiera”, aseguró y confesó: “lo disfruté tantísimo porque para mí fue como estar jugando”.
Durante la inauguración, cuando le tocó hablar, a Guillermo Monroy se le entrecortaba la voz, emocionado. Había sido un largo camino para escuchar un aplauso tan prolongado.
Alumno de la Escuela Nacional de Grabado y Pintura “La Esmeralda”, compartió pupitre privado en Coyoacán con otros tres pintores, hoy conocidos como “Los fridos”, ya que fueron los únicos alumnos de Frida Kahlo. Sin embargo, Monroy trabajó también con Diego Rivera, José Clemente Orozco, Juan O’Gorman y David Alfaro Siqueiros.
“Voy a decir que extraño mucho a Frida y a Diego, porque los traté mucho, pero en general no he dejado de querer a ningún estudiante, a ningún maestro, porque todos nos dieron todo con tanto amor y cariño; no se guardaron nada para que pudiéramos aprender todo lo que ellos nos trataban de enseñar”, confesó emocionado el pintor.
Recordó que fueron “maestros muy revolucionarios, con ideas muy progresistas, que nos animaban a los estudiantes a mezclarnos y a ver siempre las ideas y convivir con la gente del pueblo”.
Para seguir su ejemplo, Monroy amplió su vaticinio sobre la pintura: “Todo va a ser nuevo, todo lo vamos a pensar y plasmar. No va a haber pinceles ni crayones, ni pasteles. No va a haber acuarelas, acrílicos, ni tampoco vinílicas.
“Vamos a cambiar y entonces va a cambiar también la arquitectura, que va a ser móvil, cambiante y llena de jardines, para no estar contaminados”.
Así, con futuristas visiones sobre la pintura, Guillermo Monroy concluye la entrevista y camina lentamente como para tratar de prolongar ese día, el de su exposición en Tlaxcala, esa que le causó, en sus palabras: “una gran emoción, como ustedes se dieron cuenta, que estoy de veras muy, pero muy emocionado porque ya había pasado mucho tiempo de no pintar mis obras”.