Este 10 de mayo no hubo mañanitas ni regalos para Jessica. Hace dos dÃas le confirmaron que está infectada con el virus de la influenza AH1N1; también su hijo Maximiliano, de 10 años, fue contagiado.
El pasado 26 de abril su hijo mayor, Héctor, de 17 años, enfermó de dicho mal y estuvo a punto de morir. No le importó contagiarse por cuidarlo. Ahora toda la familia está en cuarentena y toman fosfato de oseltamivir.
â??Hace un año mi hijo Héctor puso temprano Las Mañanitas y me tenÃa preparado el desayuno y un regalito. Como siempre le ha gustado trabajar, por la tarde me invitó a comer. Anoche me dijo: â??Ay mamá, me hubiera gustado tener algo para tiâ??, le contesté que no se preocupara. Siento horrible verlo acostado, casi siempre dormidoâ?, relató.
Jessica Prado Entrala, de 30 años, vive en la unidad El Reloj, en la zona oriente de Tultitlán, con su esposo Héctor Ramos Galicia, de 38 años, y sus hijos Héctor, Maximiliano y Marco Polo Ramos Prado, de 17, 10 y nueve años, respectivamente.
Hasta ahora no se han contagiado su esposo Héctor y su hijo Marco Polo, aunque también les recetaron el fosfato de oseltamivir, que todos deben tomar durante cinco dÃas.
Jessica detalló que lo único que toman es el oseltamivir, que les entregaron gratuitamente, ya que carecen de recursos para comprar otros medicamentos, mucho más caros, sobre todo antibióticos y vitaminas que le recetaron a su hijo Héctor, quien estuvo a punto de morir. Son atendidos en el Hospital Naval Militar, en donde les recomendaron cuarentena.
Sin embargo, el aislamiento mantiene en situación crÃtica a su familia. Desde hace varios dÃas comen sólo atún y sardina de una despensa que les llevó la Cruz Roja. No tienen gas y los garrafones de agua están a punto de acabarse. El ayuntamiento de Tultitlán los apoyó con 5 mil pesos, pero se acabaron.
Piden ayuda a gobernador y a Presidente
Jessica pide ayuda al gobernador del Edomex, Enrique Peña Nieto, y al presidente Felipe Calderón. Sus teléfonos son 5834-2880 y 04455-10110241.
Héctor cumplió 17 años el pasado 5 de mayo. â??Lo veo muy triste, apagado, pálido. Le tiembla mucho una mano, le volvieron a sacar estudios de sangre y dicen que tengo que hacerle una tomografÃa por fuera, pero no tengo dinero. Se baña con agua frÃa, porque no tengo gas y existe el riesgo que le dé neumonÃa. Veo a todos mis hijos tristes. Maximiliano está muy delgadoâ?, destacó. Su esposo se quedó sin empleo, aunque le llamaron y le proponen regresar a laborar, para que le paguen algo, pero no puede, por estar en cuarentena.
Los vecinos e incluso sus familiares no se acercan a su vivienda por temor a contagiarse. Sólo de vez en cuando alguien llama por teléfono, para preguntar cómo siguen.
Poco antes de enfermar su hijo Héctor â??que estudia preparatoria abierta y trabajaba cuidando un edificioâ?? compró un automóvil Volkswagen sedán y quedó a deber mil pesos. Ahora le exigen que pague y lo amenazaron con denunciar que el vehÃculo fue robado.
â??Nadie cree en la enfermedad. Me molesta mucho que la gente diga que es mentira. Yo vi a mi hijo al borde de la muerte, los médicos del hospital naval me dijeron que es un milagro que esté vivo. Hago caso omiso de lo que dicen, porque sé lo que estoy viviendo y lo que me estoy tragando. Esto nos vino a cambiar horrible la vida, fue un giro terribleâ?, concluyó Jessica, cuyos regalos no llegaron este 10 de mayo, pero es lo que menos le importa