Noticias como la que se difundió hace unas semanas, tras la detención del capo Manuel Plancarte Gaspar, acerca de que el cártel de Los Caballeros Templarios estaría sacrificando a personas para extraerles sus órganos y venderlos, “sólo son leyendas urbanas que desestimulan la donación”.
Dicha acusación fue impulsada también por el médico José Manuel Mireles, uno de los dirigentes de los grupos de autodefensa.
Arturo Dib Kuri explicó que para que existiera una red de tráfico de órganos se necesitaría de la participación de un equipo especializado. Es decir, de médicos, cirujanos, enfermeras, anestesiólogos y hasta laboratoristas.
“Es prácticamente improbable, es altísimamente improbable y además extremadamente complejo y científico este procedimiento como para que alguien piense que se puede hacer en forma clandestina”, dijo.
Detalló que el proceso abarca desde seleccionar al donador, realizar estudios previos, hasta contar con un equipo de expertos y con la tecnología e infraestructura necesaria para el traslado de órganos, que debe darse en cuestión de horas.