Después del salpullido diplomático que causó en la piel del país la revelación de Edward Snowden, de que no sólo el entonces candidato Enrique Peña Nieto fue espiado, sino que las labores de “inteligencia” de Estados Unidos allanaron también a Felipe Calderón cuando fue Presidente, Miguel Ángel Osorio Chong, titular de Gobernación, advirtió que se realizará una exhaustiva investigación sobre los pormenores del delito y, dijo, todos aquellos funcionarios mexicanos que hayan colaborado serán severamente sancionados.
Dirán misa, pero para Estados Unidos siempre será lo mismo inteligencia que espionaje.
Y eso, de entrada, es deplorable.