La nueva vuelta de tuerca en la crisis nuclear iraní es la culminación de años de cooperación entre los servicios de inteligencia estadounidenses, británicos y franceses que, como todos los casos de espionaje, despiertan interrogantes.
¿Cómo lo supieron Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña? ¿Por qué, cuando ya lo sabían desde hacía tiempo, esperaron hasta el viernes para revelar con estruendo que Irán construía secretamente una nueva planta que puede, según ellos, servir para fabricar la bomba atómica?
¿Qué es lo que llevó al presidente estadounidense, Barack Obama, a su par francés Nicolas Sarkozy y al primer ministro Gordon Brown a desviar las preocupaciones económicas del G20 en Pittsburgh (este de Estados Unidos) para denunciar juntos una nueva violación de Irán de sus obligaciones?
Los tres países dejaron numerosas interrogantes sin respuesta.
En lo que concuerdan bajo anonimato estadounidenses, franceses y británicos es que sus servicios de inteligencia lo sabían desde hacía tiempo. Obama mismo había sido informado, luego de ganar las elecciones en noviembre de 2008, antes de su investidura, en los informes que recibía junto al George W. Bush, entones presidente.
La fecha en que fue iniciada la construcción difiere según las fuentes: antes de la llegada de Mahmud Ahmadinejad al poder en 2005 o después, en 2006.
Estadounidenses, británicos y franceses no concuerdan en los datos sensibles que proporcionan sus fuentes, y no revelan si Irán posee otras plantas nucleares.
Sin embargo, un alto funcionario estadounidense explica que Irán fue víctima de la constante sospecha que despierta. Cuando un grupo de opositores iraníes reveló en 2002 que el país llevaba a cabo en secreto un programa nuclear en Natanz e Ispahan, Irán se vio obligado a someter estas plantas a una inspección internacional.
“Era evidente para todo el mundo (…) que si los iraníes querían fabricar un arma nuclear, Natanz no era una opción muy atractiva (…) La alternativa evidente era construir otra planta secreta y subterránea de enriquecimiento y nuestros servicios de inteligencia (…) buscaron una planta con estas características durante años. Como era de esperar, la hemos encontrado”, señaló.
Según los occidentales, la planta no operará hasta dentro de unos meses. Podría recibir unas 3.000 centrifugadoras, los equipos que permiten el enriquecimiento. Es demasiado poco para un uso civil de la energía nuclear. En cambio, la planta tendría “el tamaño adecuado” para fines militares, señala una autoridad estadounidense.
Es porque los iraníes supieron hace poco que los occidentales habían descubierto la planta que decidieron hacer público el caso a las autoridades atómicas, añade. Los iraníes escribieron el lunes a la agencia de la ONU que supervisa la no proliferación nuclear para, a posteriori, estar en regla, detalla.
La actividad diplomática de la semana parece dar crédito a esta explicación. Cuando Obama se reunió el martes con el presidente chino Hu Jintao, no le habló de la planta iraní, pero sí lo hizo el miércoles con el presidente ruso, Dmitri Medvedev, aliado importante cuando se trata de tratar el asunto nuclear iraní, señala el gobierno de Estados Unidos.
Algunas autoridades francesas invocaban la necesidad de decir a los iraníes, con pruebas en mano y en un momento crítico, que ya era suficiente.
El jueves próximo en Ginebra ocurrirá un encuentro crucial entre Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania e Irán.
Los occidentales afirman que la revelación de este viernes les confiere un elemento de presión considerable.