Se necesita una convención internacional para poner fin al tráfico de órganos humanos y de células, proteger a las víctimas y castigar las infracciones, afirma un estudio realizado por la ONU y el Consejo de Europa.
La investigación, difundida el martes en una conferencia de prensa en Nueva York, destaca que la prioridad es prohibir que se lucre con el cuerpo humano o sus componentes.
El documento afirma que la preferencia debería ser la donación de órganos, previamente consentida por las personas fallecidas. Agrega que hay que tomar medidas para “aumentar la disponibilidad de órganos”.
El estudio lamenta lo que considera una confusión extendida en los medios científicos y legales entre “el tráfico de órganos” y “el tráfico de seres humanos con el fin de sacarle órganos”.
Los autores –estadounidenses, austríacos y españoles– esperan que se establezca una distinción entre ambos tipos de tráfico, que requieren, según ellos, soluciones diferentes.
Señalaron que el estudio que realizaron refiere únicamente al tráfico de órganos con fines de transplante.
Ese tráfico asume a menudo la forma de un “turismo de transplante”, con receptores dispuestos a pagar sumas elevadas, originarios de los países más ricos por lo general, que quieren procurarse órganos en países donde no existen, o no se aplican, medidas de control y protrección de los donantes vivos