Ante el Congreso de Estados Unidos hay más de 372 proyectos que esperan convertirse en ley. Y eso son sólo los que han sido aprobados por la Cámara de Representantes que esperan la sanción del Senado. Varias decenas de iniciativas más están pendientes en ambas cámaras.
Y aunque para muchos analistas el actual Congreso ha sido uno de los más productivos de las últimas décadas, parece bastante cuesta arriba que los parlamentarios puedan cumplir con esa tarea en las cuatro semanas que tienen de trabajo antes de que se vayan a sus circuitos a hacer campaña para las elecciones de noviembre.
El Congreso número 111 ha sido productivo para los demócratas que han logrado adelantar buena parte de la agenda del presidente Barack Obama: desde las reformas del sistema de salud y financiero, hasta la ley de estímulo a la que el gobierno agradece el rescate de la economía.
Pero también ha sido productivo para los republicanos, porque han dejado que sus colegas oficialistas aprobaran polémicas reformas usando sólo sus mayorías, salvando así su responsabilidad y tomando ventaja de la fuerte oposición que han tenido entre buena parte de la opinión pública.
En las llamadas elecciones parlamentarias de medio término que están previstas para el 2 de noviembre se renovarán los 435 puestos de la Cámara de Representantes y un tercio de los del Senado, 34 puestos.
Los análisis indican que el Partido Demócrata se enfrenta a una casi segura pérdida de la mayoría en la Cámara de Representantes y una reducción de su ventaja en el Senado, lo que ratificaría la tendencia histórica a que el partido de gobierno suele sufrir derrotas parlamentarias luego de un triunfo presidencial.
El voto castigo se daría, en buena medida, por la débil recuperación económica. Un problema heredado del presidente George W. Bush pero que tras 19 meses en el poder los electores le adjudican completamente a Obama y a su equipo.
Por eso todos prevén que los republicanos mantendrán en estas semanas su estrategia de ser “el Partido del No”, como lo han etiquetado los demócratas para tratar de presentarlos como “obstruccionistas” y “negativos”.
“Como los republicanos han prosperado políticamente con su estrategia de consistente, unificada y agresiva oposición, no hay razones para esperar que eso cambie en las semanas que vienen”, afirma el analista político Thomas Mann.
“El relativamente breve, aunque doloroso, período de productividad legislativa ha llegado a un alto. Es improbable que las elecciones de noviembre mejoren esa dinámica. De hecho, bien podrían empeorarla”
Así que lo más seguro es que los proyectos pendientes se queden sin atender y desaparezcan de la agenda legislativa cuando el Congreso cierre sus sesiones en diciembre para dar paso a la legislatura renovada.
Sin embargo hay puntos mínimos que tratar en los pocos días antes de las elecciones, como las asignaciones presupuestarias, sobre todo para el Departamento de Defensa; impuestos, de los que importantes exenciones adoptadas por el gobierno de Bush vencen a fin de año.
En círculos parlamentarios reconocen que para cumplir con esa agenda mínima pendiente harían falta complicadas negociaciones.
“Todos, demócratas y republicanos, están en ánimo electoral y creo que quieren salir rápidamente de esto para irse a sus distritos a hacer campaña”, afirmó la fuente, quien aseguró que eso, sumado a la negativa republicana a negociar, dificulta el trabajo parlamentario.
En el caso del presupuesto de defensa, los demócratas han presentado una enmienda para aprobarla simultáneamente con una ley para permitir la legalización de estudiantes indocumentados, conocida como el “Dream Act”, medida que la oposición ha criticado como una “amnistía disfrazada”