El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, afirmó este viernes que preveía nuevas sanciones “significativas” contra Irán por su polémico programa nuclear, en un momento en que la comunidad internacional acentúa la presión sobre la República Islámica.
“Creo que pronto van a ver sanciones adicionales y significativas impuestas por la comunidad internacional en la medida en que los iraníes no cambian de óptica y no cumplen aquello a lo que se habían comprometido al comienzo de octubre”, afirmó Gates en una base cercana a Kirkuk, en el norte de Irak.
“Irán se burla de la comunidad internacional sobre algunas de las propuestas que había aprobado al comienzo de octubre. Esto ha unido como nunca a la comunidad internacional, incluidas Rusia y China”, añadió.
“No se descarta ninguna opción” pero la “opción militar no permitiría más que ganar tiempo, quizá dos o tres años”, añadió.
Los occidentales ya aumentaron la presión sobre Irán el jueves, amenazándolo con entablar, a principios de 2010, un nuevo proceso de sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU si sigue incumpliendo sus obligaciones internacionales.
Esta vez discutirían sanciones al circuito bancario, los viajes y las inversiones, así como la importación de productos refinados.
Irán importa más de la mitad de su carburante, por valor de 70.000 millones de dólares anuales.
Pero los analistas estiman poco claro que se pueda castigar al régimen sin afectar a la población y son escépticos sobre la aplicación efectiva de las nuevas medidas sin la participación de países como Rusia, China e India.
François Heisbourg, de la Fundación para la Investigación Estratégica, cree que “si se tomaran estas medidas, esto equivaldría a dar 70.000 millones al gobierno para hacer otra cosa” y “a castigar a los pobres”.
“Estas sanciones pesarán sobre una población que se está manifestando, es una contradicción total”, estimó Thierry Coville, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas.
Las grandes potencias están preocupadas por el enriquecimiento de uranio iraní porque sospechan que Teherán puede utilizarlo para dotarse de armas nucleares.
La Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) sometió el 21 de octubre un proyecto de acuerdo a Teherán, tres semanas después de que éste reanudara las conversaciones con el grupo de los seis (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania), interrumpidas durante quince meses.
La propuesta preveía que Teherán suministrara 70% de su uranio poco enriquecido (3,5%) a Rusia, que lo enriquecería a 19,75% antes de ser transformado en Francia en combustible para el reactor de investigación de Teherán.
Este acuerdo, cuyo principio había enunciado el propio presidente iraní Mahmud Ahmadinejad en septiembre, mejoraría el control del uranio iraní y despejaría los temores sobre su programa nuclear.
El 24 de noviembre, Irán afirmó que no se oponía a él con la condición de que el canje se hiciera de forma simultánea en su territorio.
Pero cinco días más tarde, la República Islámica anunció que proyectaba construir diez nuevas plantas de enriquecimiento de uranio y enriquecer uranio a 20%. La embajadora estadounidense en la ONU, Susan Rice, lo consideró “inaceptable”.
El 2 de diciembre, Ahmadinejad dio por “zanjado” este tema y anunció que su país produciría el uranio enriquecido a 20% que necesite.