Emocionado pero sobre todo agradecido con el público mexicano que desde hace más de cinco décadas le entrega su cariño, el tenor Plácido Domingo celebró anoche en medio de música de mariachi, un coro monumental y una lluvia de miles de papeles tricolor, las más de cinco décadas de su debut en este país.
Fue un concierto emotivo, que desde el inicio le arrebató una que otra lágrima ante las muestras de cariño de la concurrencia; también fue una noche de recuerdos, de mirar atrás y pasar la estafeta a su hijo Plácido Domingo Jr., quien tímidamente subió al escenario tratando en vano de llenarlo.
Una noche de amor recíproco entre el tenor y un país que lo ha hecho suyo; una fiesta acompañada por la música de mariachi, las notas del “Son de la negra”, “El cascabel”, “Paloma querida”, “El rey”, “Ella” y el “Cielito lindo”, a coro con cerca de 10 mil personas.
Un recital que quedará en la memoria del cantante y director de orquesta de origen español, pero tan mexicano como el que traje de charro que lució al final del recital.
“Qué satisfacción, qué privilegio estar aquí, ante ustedes, que fueron el primer público que me escuchó cantar ópera”, dijo, conmovido, con la voz entrecortada, mientras la gente lo llenaba con una emotiva ovación de pie, luego de tres horas de música, a lo largo de los cuales pasaron temas icónicos de la carrera del tenor.
La noche había comenzado con la Obertura de “El Barbero de Sevilla”, de Gioacchino Rossini (1792-1868), a cargo de la Orquesta Sinfónica de Minería, que bajo la batuta de Eugene Khone, lució a la altura del recital, que también incluyó “Perfidil!…Pietá rispetto Amore”, de “Macbeth”, y “Pura siccome un angelo”, de La Traviata, de Giuseppe Verdi (1813-1901), a dueto con la soprano María Katzarava, quien dejó claro que atraviesa un gran momento vocal y escénico.
Vino un el medley ”The Sound of Music”, de Richard Rodgers (1891-1988); “I could have danced all night/ de “My Fair Laydy” y el dueto “Tonight” de “West Side Story”, de Leonard Bernstein (1918-1990).
Un breve intermedio dio paso a la segunda parte que arancó con la pieza alemana “Dein ist ganzes Herz”, de Franz Lehárt (1870-1948); Katzarava tomó su turno con “Vilia”, de la zarzuela “La viuda alegre”, también de Lehár, y enseguida a dueto vendría “Calle el labio”, de la misma obra.
La noche cobró un giro inesperado cuando se despidió Kohn de la escena para dar paso a José Areán, el titular de la OSM, quien dirigió enérgico y alegre el “Danzón no. 2”, de Arturo Márquez (1959).
El público se alborotó y dejó el glamour de lado cuando escuchó las notas de “Solamente una vez”, de Agustín Lara (1887-1970), que Domingo interpretó con mucho sentimiento, y Katzarava hizo lo propio con “Despedida”, de María Grever (1884-1951).
Luego, en uno de los pocos intercambios verbales que tuvo el tenor, presentó a su hijo, Plácido jr., quien, reconoció, ha empezado a cantar algo tarde “pero tiene muy bonito fraseo”, lo recomendó.
Y sí, con buena voz, interpretó “Sabor a mi”, de Álvaro Carrillo”, (1919-1969) y “Aquellos ojos verdes”, de Alfredo Utrera y Nilo Menéndez, para llevarse el aplauso de la concurrencia que volvió a guardar compostura para lo que sería, al menos en el programa, el final del concierto.
Otra vez bajo la batuta de Kohn, se escucharon en voz del tenor-barítono, “En mi tierra extremeña”, de la zarzuela “Luisa Fernanda”, de Federico Moreno Torroba (1891-1982), en la voz de Katzarava “Carceleras”, de “Las hijas del Zebedeo”, de Ruperto Chapí (1851-1909) y “Luché la fe”, de “Luisa Fernanda”, otra vez a dueto.
Comenzó una larga ovación de pie y gritos pidiendo temas como “Granada” o “Cielito Lindo”, a los cuales el tenor respondió con una agradecida sonrisa, para desaparecer del escenario por un momento y luego volver con “Bésame mucho”, Consuelito Velásquez; Katzarava con “Oh mio Babbino caro”, en un gran derroche de virtuosismo vocal.
El par de duetos con sus invitados, incluido el de “Perhaps love”, en inglés, al lado de su hijo, y “Dime que sí”, parecían cerran la velada, cuando apareció el mariachi y la verdadera fiesta comenzó, para celebrar a un artista que sigue llenando de magia cualquier escenario.