Con la ayuda del reportero Oscar Fraley, el ex agente federal Eliot Ness escribió sus memorias en las que narra –con un poco de ficción– sobre como él y un grupo selecto de agentes lucharon contra el crimen en Chicago en los años 30 durante la Ley seca en Estados Unidos.
El impacto fue tal que treinta años después de publicada la novela, el cineasta Brian De Palma realizó en 1987 la película de Los Intocables basada en un libreto del guionista David Mamet. La estrella del reparto fue el magistral Kevin Costner.
Lejos, pero muy lejos de esta historia, en México hay un personaje de novela, un hombre que sabe demasiado y que por lo tanto ha sido intocable, no como Eliot Ness que era incorruptible y de su lucha contra el crimen que hizo de él una leyenda. “Intocable” por ser uno de los hombres del poder.
Se trata de Genaro García Luna “el intocable”. Un ingeniero mecánico electricista que realizó sus estudios en la Universidad Autónoma Metropolitana en el plantel Xochimilco, que de las aulas universitarias pasó a los sótanos de la policía y de ahí a la cúspide del poder.
Así como muchos nacen para ser futbolistas, zapateros o periodistas, García Luna nació para ser policía. De ello siempre se ha jactado. Lo cuenta así el que llegó a ser el hombre más poderoso del país después del Presidente en su libro Contra el crimen, pasado, presente y futuro de la policía en México. ¿Por qué 1,661 corporaciones de policía no bastan?
Habla García Luna:
“Para 1989, en nuestro país comenzaban a respirarse los aires de la globalización. La Guerra Fría quedó atrás, cayó el muro de Berlín con todo lo que eso implicaba, los sistemas de inteligencia de todo el mundo también comenzaban a cambiar.
“El Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), concebido como un servicio de inteligencia y contrainteligencia civil para la seguridad nacional, fue creado precisamente en 1989 con la misión de reclutar profesionistas especializados, su mecánica operativa articulaba lo último en metodología, sistemas y tecnología para la investigación con una visión institucional de Estado y no solo de Gobierno, rebasando el concepto y la definición anacrónica de “policía política.
“El CISEN comenzó a reclutar cuadros de jóvenes pasantes y profesionistas de varias disciplinas con un factor en común: no estar involucrados con sistemas de seguridad y no tener interés en pertenecer a cuerpos de seguridad.
“Mentiría si dijera que llegué al Centro de Investigación y Seguridad Nacional; el CISEN llegó a mí. A esa convocatoria selectiva asistimos compañeros de diversas facultades, algunos pasantes y otros con título nos ofrecieron un empleo bien pagado al finalizar nuestra carrera. En mi caso me iba a desarrollar en sistemas y tecnología que en esos momentos estaba llegando a México en forma masiva a través de sistemas de telecomunicaciones, equipos de cómputo y metodología para procesar información.
“El proceso de selección se prolongó cuatro meses. Durante todo ese tiempo los aspirantes no teníamos idea de que se trataba de una nueva agencia de inteligencia. Los exámenes de admisión fueron extremadamente rigurosos: polígrafo, psicológico, psicométrico, conocimientos, entorno social y situación patrimonial.
“Lo sorprendente es que cada vez que acudíamos a una etapa del proceso de selección de entrevistadores nos hablaban sobre nuestras actividades personales, amigos o relaciones, preferencias y debilidades, información que nosotros no habíamos proporcionado.
“Después de acreditar todos los exámenes, de múltiples entrevistas, una exhaustiva investigación personal, en curso de inducción y formación básica para investigación, pasamos a formar parte de la primera generación del Centro de Investigación y Seguridad Nacional”.
La primera prueba de fuego para Genaro García Luna surgió cinco años después como agente especial del CISEN con el levantamiento del Ejército Zapatista el 1 de enero de 1994. Fue un fracaso. De nada sirvieron esos largos años de entrenamiento y capacitación, pues otro joven de la UAM Xochimilco resultó ser Rafael Sebastián Guillén Vicente cuyo nombre de guerra era el subcomandante Marcos.
No obstante esa amarga experiencia Genaro García Luna se fue encumbrando en las estructuras de la seguridad nacional hasta erigirse en el súper-policía del régimen panista hasta su ocaso con el regreso del PRI al poder, borrando de un plumazo a su obra cumbre: la Secretaría de Seguridad Pública Federal, la institución policiaca más poderosa y privilegiada en la historia del país.
Inmerso en el tema de la seguridad nacional el autor de la Contracolumna solicitó una entrevista al ingeniero Genaro García Luna, de entrada el funcionario ofreció una visita al Búnker donde se asienta el Centro de Control de Mando y la base de la Plataforma México, acepté, impresionantes las instalaciones, un recorrido palmo a palmo durante más de seis horas por todas las áreas de inteligencia y una visita especial de este periodista en compañía de cuatro legisladores federales a uno de los penales más modernos y seguros del país, el de Hermosillo, Sonora clasificado en el nivel 5 de máxima seguridad.
Si bien García Luna no declinó la entrevista –para un extenso trabajo en el que el autor de la Contracolumna trabaja desde hace varios años– son muchas las dudas y las preguntas que surgen alrededor de este conspicuo personaje sobre el que durante años han llovido lo mismo críticas que alabanzas, así como una andanada de denuncias sobre supuestos nexos con figuras del crimen organizado, algunas de ellas sospechosas campañas en su contra vinculadas a grupos del narcotráfico.
El asunto es por qué con Vicente Fox y Felipe Calderón, Genaro García Luna permaneció inamovible e intocable.
Muchas son las dudas y las preguntas. Por qué Genaro García Luna decidió no hacer público su patrimonio en sus últimas declaraciones a las que por ley estaba obligado, y peor aún cuando constantemente ha estado bajo severos señalamientos de enriquecimiento inexplicable amasando fortuna y propiedades.
Tampoco respondió a la exigencia de hacer públicos los resultados de los exámenes de control y confianza a los que por ética y por ley debía ser sometido como funcionario y uno de los encargados de la seguridad nacional, recordemos el caso del general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, el zar antidrogas que terminó protegiendo y sirviendo a los cárteles de las drogas.
Bajo qué argumentos jurídicos García Luna como secretario de Seguridad Pública Federal autorizó compartir y mantener acceso libre y directo a la CIA y a la DEA sobre asuntos de seguridad nacional, como lo revelaron los cables de WikiLeaks 09MEXICO1971, 09MEXICO2134, 09MEXICO3195 y 08MEXICO1063, en los que el legislador estadounidense republicano Mark Kirk, cuestionaba, en 2009, la credibilidad del funcionario.
Por qué el presidente Calderón ordenó a la PGR no acatar las exigencias del IFAI de hacer públicas el número de las averiguaciones en contra de Genaro García Luna por sus presuntas relaciones con el crimen organizado.
Por qué no se sancionó a Genaro García Luna con la pérdida de la nacionalidad mexicana y destitución del cargo por haber aceptado una condecoración del gobierno de Colombia sin haber informado y consultado al Senado de la República y a la Secretaría de Relaciones exteriores.
Por qué la Suprema Corte de Justicia de la Nación no implementó medidas judiciales en contra de Genaro García Luna tras haber comprobado que se violaron garantías constitucionales en el caso de la ciudadana francesa Florance Cassez.
Sin duda son muchas las preguntas, como el hecho de haber llevado a su más bajo nivel las relaciones de México con Francia por el caso Cassez y dar al traste con el denominado Año de México en Francia, luego de las declaraciones del mandatario francés Nicolas Sarkozy, quien había anunciado que todos los eventos enmarcados en dicha celebración estarían dedicados a Florence Cassez, condenada a 60 años de prisión en nuestro país por formar parte de una banda dedicada al secuestro.
La pregunta es ¿Qué hay detrás de Genaro García Luna que lo hace intocable?
¿Qué tanto saben en el PRI que los motivó a terminar de un plumazo con el imperio de García Luna?
¿Después del 1 de diciembre qué va a pasar con García Luna?
¿Se unirá al equipo de Peña Nieto? O ¿Habrá rendición de cuentas?
Lo cierto es, Genaro García Luna es un hombre que sabe demasiado. Y tal vez eso lo hace un “intocable”.
*José Martínez M., es periodista y escritor. Es Consejero de la Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex). Es autor del libro Carlos Slim, Los secretos del hombre más rico del mundo, y otros títulos, como Las enseñanzas del profesor. Indagación de Carlos Hank González. Lecciones de Poder, impunidad y Corrupción y La Maestra, vida y hechos del Elba Esther Gordillo.