Desde que China tomó el control de Hong Kong de manos de Gran Bretaña en 1997, los magnates han jugado un papel clave para alinear el enclave financiero establecer con las prioridades de Beijing. Pero también un menguante contingente de pescadores y granjeros.
Resulta fácil de comprender que el gobierno comunista china quiera ganarse la cooperación de los magnates, dada la influencia que les aporta su control sobre gran parte de la economía hongkonesa. El presidente chino, Xi Jinping, convocó el año pasado a un grupo de estos grandes empresarios para celebrar una reunión de emergencia mientras crecía la tensión política en la ciudad.
Algo menos conocido fuera de Hong Kong es el papel político que juegan pescadores y granjeros, vestigio de lo que fueran dos grandes industrias hongkonesas y que participan en el comité de 1.200 miembros que elige al líder pro Beijing de la ciudad del sur de China. También tienen su propia representación en el parlamento del territorio.
La pesca y la agricultura suponen menos del 1% de los 274 millones de dólares de la economía hongkonesa, pero controlan 60 votos en el comité para elegir al líder de la ciudad, mucho más que grupos o industrias con mayor pero económico o influencia social.