El piso con relieves de la Plaza Manuel Gamio, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, fue parte de un patio aledaño al Templo de Huitzilopochtli, donde en la época de Moctezuma Ilhuicamina (1440-1460 d.C.) los mexicas posiblemente incineraban a los guerreros caídos en batalla.
Ello concluyeron arqueólogos que del Programa de Arqueología Urbana (PAU) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la Primera Mesa Redonda de Tenochtitlan organizada por el instituto, al referirse al piso con imágenes de carácter bélico y de onduladas serpientes hallado en 2011.
De acuerdo con el INAH, los antropólogos dedicados a estudiar este hallazgo dedujeron que el piso de lajas de tezontle contenía una gran carga simbólica ya que representa el “Coaxalpan”, que significa “Sobre el suelo arenoso de las serpientes”, uno de los lugares vinculados al mito del nacimiento del dios solar Huitzilopochtli.
Lorena Vázquez Vallín, antropóloga adscrita al PAU, explicó que según el estudio de textos de cronistas como Hernando Alvarado Tezozómoc y Diego Durán “se avanzaba por las calles de la antigua ciudad entonando cantos y soltando llanto hasta desembocar en el patio contiguo al templo del Dios de la guerra, donde danza y música eran el preludio de la incineración de los cuerpos”.
“Aunque nosotros sólo vemos relieves, este piso formó parte de un contexto vivo donde se llevaban a cabo ritos en los que interactuaba una serie de elementos: de tipo móvil, de carácter auditivo (cantos, rezos, etcétera) y el uso de aromas, como el del copal. Todo el conjunto nos permite interpretar el espacio”, agregó.
En torno al análisis iconográfico de los relieves que están distribuidos en una superficie de 20 x 3.5 m y que podrán ser admirados por el público en cuanto abra el nuevo acceso a la Zona Arqueológica del Templo Mayor, la etnohistoriadora Elizabeth Hill Boone dijo que “constituyen en sí mismos un sistema de comunicación definido como semasiográfico, es decir, que representa ideas independientes de la lengua”.
“Los sistemas semasiográficos transmiten el significado a través de su propia estructura, sin requerir la referencia a los sonidos del discurso; por tanto, gente que hablaba diferentes idiomas pudo leerlos”, explicó.
El equipo del PAU, bajo la supervisión del arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez, descubrió las imágenes de 10 serpientes, un guerrero, dos víctimas sacrificiales, una mariposa con cabeza humana, la mitad de un glifo anular con dos flores, tres divisas de papel plisado, dos ornamentos de turquesa, además de los símbolos de la nube, la flor, el día o la fiesta, el dardo y la guerra sagrada.
Lorena Vázquez Vallín interpretó algunas de las representaciones resumiendo que, por ejemplo, de las 10 lajas que aluden a serpientes, dos incluyen el símbolo del “chalchihuitl”, que quiere decir cuenta de piedra preciosa.
Ello podría significar que si se interpreta como una fecha, quizá estaría señalando la importancia del día uno Serpiente, cuando nacían personas diestras para la guerra.
En cuanto a la representación de la mariposa con cabeza humana y del dardo, la antropóloga dijo que podría tratarse de una alusión al alma del guerrero muerto, pues se tenía la creencia de que se convertían en aves o mariposas que ayudaban al sol en su batalla diaria contra las fuerzas nocturnas.
También se identificó la imagen del decapitado, que se encuentra revestido de los atributos del dios guerrero Mixcóatl, el de una flor que ha sido identificada con la flor alucinógena “sinicuichi”, y la figura de un cuchillo de sacrificio; que en conjunto estaría simbolizando la idea, conocida por los cantares mexicas, de que “los guerreros eran como flores que se recogían en el campo de batalla”. La antropóloga concluyó que con este análisis iconográfico “es posible sostener que este piso era, dentro del contexto general del Templo Mayor, una recreación arquitectónica del mito del Monte Sagrado, parte del citado “Coaxalpan”, pero también fue un espacio funcional con una carga simbólica muy importante”.