Ciudadanos aterrados que abandonaron sus hogares en Sudáfrica debido a amenazas y ataques mortíferos dijeron el domingo que en algunos casos los agresores eran sus propios vecinos y gente que les advirtió que atacaría a todo aquel que porte un pasaporte extranjero. Ellos son inmigrantes sudafricanos que son atacados o amenazados por el simple hecho de ser extranjeros.
Los inmigrantes sudafricanos hablaron con diversas agencias informativas en un campamento de carpas en Johannesburgo luego de huir del municipio de Alexandra, donde las turbas atacaron tiendas de propiedad de congoleños, somalíes y personas oriundas de otros países africanos. Previamente hubo ataques a inmigrantes en la ciudad costera de Durban y sus alrededores, con un saldo de al menos seis muertos.
El diario sudafricano Sunday Times publicó fotos de un ataque en Alexandra a un mozambiqueño, identificado como Emmanuel Sithole, quien aparentemente murió tras recibir golpes y puñaladas el sábado. Una clínica cercana no pudo auxiliarlo porque el médico era un extranjero que no fue a trabajar por temor a los ataques, dijo el diario.
El mensaje de las turbas en Alexandra era, “no queremos personas con pasaportes. Solo queremos personas con documentos de identidad sudafricanos”, dijo Veronica Lechaea, oriunda de Lesotho y residente en Sudáfrica desde 2008. Lechaea, que trabaja en el aseo de oficinas en Johannesburgo, dejó su hogar en Alexandra y buscó refugio en un campamento instalado en terrenos de una iglesia anglicana por la organización de beneficencia Gift of the Givers.
Los ataques se deben a la idea de que los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los sudafricanos en un país de desempleo elevado. Mucha gente de otros países ha entrado sin autorización, aunque el gobierno dice que una gran proporción de los inmigrantes trabaja legalmente y contribuye al desarrollo económico.
Sandra Ngwanya, una vendedora de pollos zimbabuense que también dejó su hogar en Alexandra para refugiarse en el campamento de Gift of the Givers, dijo que sus vecinos le dijeron: “Iremos de puerta en puerta, tomaremos tus pertenencias y te golpearemos. Queremos que regreses a tu país”.
Ngwanya, que vive en el país desde 2006 y está casada con un sudafricano, dijo que dejó a sus dos hijos en casa de primos y espera a regresar próximamente a su hogar.
“Dicen que está tranquilo. La policía anda por todas partes. Quiero ir a ver cómo están nuestras cosas”, dijo Ngwanya, cuyo esposo trabaja en una mina cerca de Johannesburgo y pensaba regresar a ver a su familia.
Sin embargo, otros en el campamento dijeron que la situación era inestable.
“Esta gente viene de noche. De día no hay problemas”, dijo la mozambiqueña Nora Ngohveni, sentada en una carpa con su hija Sandra, de seis años.
Unas 20 personas permanecen en el campamento de Gift of the Givers. La dirigente Emily Thomas dijo que se espera más gente desde otro campamento instalado en las afueras de Johannesburgo.