El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, enfrentado a la peor crisis con Washington en décadas, advirtió este lunes que Israel “seguirá construyendo” en Jerusalén Este anexionado, unas palabras que, según los palestinos, alejan las negociaciones de paz.
“La construcción continuará en Jerusalén, como ha sido el caso durante estos últimos 42 años”, incluso en el sector de mayoría árabe anexionado en 1967, declaró Netanyahu ante el grupo parlamentario de su partido, el Likud (derecha).
Este anuncio provocó una respuesta casi inmediata de los palestinos, que advirtieron de no habrá negociación alguna sin el fin de la colonización.
“Esta política no crea la atmósfera apropiada para la reanudación del proceso de paz”, declaró a AFP Nabil Abu Rudeina, portavoz del presidente palestino Mahmud Abas.
El anuncio por parte de Israel de un vasto proyecto de colonización en Jerusalén Este, durante la visita la semana pasada del vicepresidente estadounidense Joe Biden, desató una tormenta política entre los dos aliados. Varios responsables estadounidenses criticaron duramente el proyecto y el momento elegido para anunciarlo.
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, de visita en El Cairo, estimó este lunes que la decisión israelí “pone en peligro” la celebración de negociaciones israelo-palestinas.
Para el embajador de Israel en Washington, Michael Oren, citado por la prensa, se trata de la crisis “más grave desde hace 35 años”, cuando Estados Unidos obligó al Estado hebreo a retirarse parcialmente del Sinaí egipcio que ocupaba.
Netanyahu se abstiene de criticar abiertamente al presidente estadounidense Barack Obama y pidió a sus ministros que eviten hacer comentarios sobre este tema.
Esto no impidió a un ministro de su partido hacer declaraciones bajo anonimato al diario Maariv en las que acusa a Obama de “buscar la caída del gobierno de Netanyahu” y de sacar partido a la crisis para obtener concesiones de Israel en el proceso de paz.
En Estados Unidos, el grupo de presión proisraelí AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) estimó que las observaciones del gobierno estadounidense “sobre las relaciones entre Estados Unidos e Israel son un grave tema de preocupación”.
“Nuestros dos países tienen interés en solucionar lo antes posible este desacuerdo y estoy convencido de que lo conseguiremos, como siempre hemos hecho en el pasado”, declaró a la AFP el ex embajador de Israel en Washington Zalam Shaval, miembro del Likud.
Para el politólogo Eytan Gilboa, la crisis de confianza “va en los dos sentidos, porque Israel duda de la determinación del presidente Obama para detener el programa nuclear iraní”.
Netanyahu puede aprovecharse de la “decreciente popularidad de Obama en Estados Unidos, teniendo en cuenta sus fracasos en el plano interno, en particular en el seno del electorado judío que votó masivamente por él”, estimó este profesor universitario.
Otros analistas en Israel consideran por el contrario que un amplio sector de los judíos estadounidenses no está dispuesto a seguir al AIPAC en su apoyo incondicional a Israel.
“Estamos perdiendo el apoyo de toda un ala del judaísmo estadounidense, la izquierda moderada, que juzga provocadora la política (de colonización) de Netanyahu”, afirma el periódico de gran tirada Yediot Aharonot.
Sobre el terreno persiste la tensión en la Cisjordania ocupada, donde diez estudiantes palestinos resultaron heridos durante enfrentamientos con soldados israelíes.