UnJorge Luis Borges matemático, crítico de cine o viajero. Son algunas de las facetas del escritor argentino que explora una muestra interdisciplinaria inaugurada hoy en Buenos Aires en la víspera del 30 aniversario de su muerte y que podrá visitarse hasta fines de octubre.
Unos 80 artistas e intelectuales y seis meses de preparación colmaron 18 salas, 2 mil 900 metros cuadrados y tres pisos del Centro Cultural Kirchner (CCK), en Buenos Aires, con fotografías, libros, obras de arte e instalaciones audiovisuales pertenecientes a coleccionistas, bibliotecas e instituciones que dan cuenta de distintas temáticas que el autor (1899-1986) trató a lo largo de su carrera.
“Nuestra intención es poder sorprender. Que aquellos conocedores de Borges también se lleven algo nuevo y que, para el que no lo leyó, que sea una buena excusa para recurrir a sus cuentos y poesías”, explicó a la prensa Gabriela Urtiaga, responsable de artes visuales del CCK.
Urtiaga detalló que quienes sean fanáticos del autor verán más guiños a su obra, sobre todo en las artes conceptuales, pero que quienes no lo conozcan, podrán guiarse por textos y explicaciones.
Sobre la preparación de la muestra y la pasión que despierta Borges en los argentinos, dijo que cuando empezó a hablar con los artistas y los especialistas “enseguida se sumaron al proyecto” porque “parecía que querían devolver un poco lo que él les dio a ellos” y la inspiración que aporta en general a la cultura argentina.
Las disciplinas que se abordan en la muestra incluyen la relación del autor con las letras; las artes; el atlas; el cine; la matemática y las ciencias y el laberinto, una figura muy presente en su obra.
Entre las obras expuestas, Diana Aisenberg recuerda el último color que Borges pudo ver antes de quedarse completamente ciego, el amarillo, a través de una pizarra en donde las personas que visitan la muestra pueden escribir qué significa para ellas aquella tonalidad.
El ilustrador y humorista gráfico Liniers presenta dos tiras, y una de ellas recuerda la frase del autor “la solución del misterio siempre es inferior al misterio”, incluida en su cuento “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”, uno de los cuentos del libro “El Aleph” (1949).
Tadeo Muleiro, artista plástico, realizó un minotauro gigante para la sala en la que se rememora la relación de Borges con los laberintos, en alusión al cuento “La casa del Asterión”.
Por su parte, Leandro Erlich volvió a instalar su obra “Ascensores”, que ya participó de la feria ArteBA en mayo pasado, pero esta vez en relación con la obra de Borges.
“Me convocaron para pensar en una obra que se relacionara con sus ficciones. En ‘Ascensores’, el público entra a un habitáculo familiar pero no encuentra su reflejo, sino el de otro. Hay una cierta situación laberíntica y de la idea de un ‘otro’, que tienen que ver con el imaginario borgeano”, expresó Erlich.
Las rarezas incluyen ejemplares del aceite español Borges, libros del autor traducidos al árabe, los bastones que utilizó, una edición facsímil del manuscrito de “El Aleph” y fotografías de los viajes que el autor realizó con su última esposa, María Kodama, pertenecientes a su archivo personal, que Urtiaga calificó como una “joya”.
Asimismo, puntualizó que el público se sorprende con el vínculo del literato con la matemática y otras ciencias y con la faceta de guionista y de crítico de cine que supo cultivar durante las décadas del 30 y del 40.
“Creo que Borges fue un visionario. De alguna forma, hoy seguimos hablando de los temas que él desarrolló, de su visión que pudo adelantarse a las temáticas que hoy tocamos”, concluyó Urtiaga.