Katy Perry prometió que impactaría con su espectáculo de medio tiempo en el Super Bowl XLIX, pero lo único verdaderamente sorprendente de la estrella del pop fue su indudable belleza en la “salvaje” apertura del show, con la propia Katy Perry montada, como la reina de la selva, sobre un gigantesco felino dorado, y en el cierre, sobre un cometa con el que “voló” sobre la audiencia que hoy colmó el estadio de la Universidad de Phoenix en Glendale, Arizona.
La esperada y ambiciosa participación de la californiana Katy Perry empezó con su arribo a la media chancha, sobre el descomunal y geométrico felino mecánico, mientras “cantaba” Katy Perry Roar, donde el playback fue más que evidente para los millones de televidentes que admiraban su rostro en el súper domingo, con el juego final de la NFL entre los Patriotas de Nueva Inglaterra contra los Halcones Marinos de Seattle.
Ni con la ayuda del rockero Lenny Kravitz, en su hit global I Kissed A Girl, ni de la rapera Missy Elliot, en Get Ur Freak On y Work It, Perry no pudo estar por encima de las altas expectativas que ella misma Katy Perry) auguró en eventos promocionales previos, con sus melosas interpretaciones de Teenage Dream y California Gurls rodeada de agraciadas bailarinas y desabridos tiburones con la gracia de un hipopótamo con polio.
Sin embargo, el cierre, en efecto, fue “de altura”, con Katy Perry sobre un cometa mientras cantaba Firework, en una imagen que emulaba más a la Señorita Cometa del siglo XXI que a una futura Reina del Pop.
El Super Bowl es el evento más importante para los estadunidenses y las ganancias que genera crecen año con año. Incluso un espacio publicitario de 30 segundos tiene un costo de 4,5 millones de dólares.