Josefina Vázquez Mota será presentada en las próximas horas como una suerte de figura, de gran promotora de la campaña del PAN. No tendrá cargo fijo, pero desde su posición de candidata plurinominal viajará para reforzar las plazas y distritos que los blanquiazules buscarán ganar a toda costa.
Interesante decisión la del presidente del PAN, Germán Martínez. Josefina no es lo que se puede decir una presencia de arrastre popular. Tampoco trae en la frente la estrellita dorada de una gestión exitosa como secretaria de Educación Pública. Su desempeño habrá sido acaso cumplidor. No pudo rehacer la relación con Elba Esther Gordillo y el sindicato, ni puede presumir que las escuelas mexicanas, los maestros mexicanos, son mejores que hace 30 meses.
Pero Germán, y el presidente Calderón, necesitan de sus habilidades en la operación electoral ahora que han vuelto a pensar que es posible repetir la hazaña de 2006.
Dicen los enterados que Josefina habría preferido quedarse en la SEP. Lo cierto es que entre hoy y mañana se integrará como veterana con medallas al cuarto de guerra de 2009 (Germán, Juan Ignacio Zavala, César Nava, Jorge Manzanera, Roberto Gil, Héctor Villarreal), como hace tres años lo hizo en el que horneó a Andrés Manuel López Obrador, haiga sido como haiga sido.
Ella sabe trabajar, organizar, operar. Conoce la dinámica y la mecánica electoral. En las encuestas abiertas, el PAN está entre uno y seis puntos abajo del PRI. Pero en las del propio partido ya están técnicamente empatados. Tendría que suponerse, entonces, que si trajeron a Josefina es, sí y sólo sí, para vencer al PRI o perder por la mínima.
Calderón y Germán no están para improvisaciones. Mejor dicho: pueden improvisar en la SEP, no en las urnas