La crisis de la influenza puso en claro que Marcelo Ebrard es hoy la principal figura nacional del PRD. Pero aunque el PRD se perfila para ganar el DF con holgura el 5 de julio, no es muy probable que Marcelo pueda documentar ese triunfo como suyo. Pequeña paradoja.
En el más arriesgado de sus pronósticos, Germán Martínez ve posible que el PAN gane tres delegaciones. Si el PRI no hace un milagro, el PRD se quedaría entonces con 13, o con 14, o con 15 o 16, si fuera capaz de arrebatarle Benito Juárez y Miguel Hidalgo a los blanquiazules.
Hay base para suponer que el PRD, además, repetirá la victoria de 2006 en las diputaciones federales y conquistará al menos 23 de los 27 distritos. Y que arrollará en las diputaciones locales.
Sería el quinto éxito al hilo del partido. En 1997 nadie le regateó el mérito a Cuauhtémoc Cárdenas. Pero en el 2000, Rosario Robles y Andrés Manuel López Obrador se pelearon por los honores y le abrieron la puerta a una guerra civil que no termina de apagarse. La maquinaria bejaranista y la popularidad de López Obrador en 2003, y la fuerza del tabasqueño, más los recursos del gobierno del DF en 2006, fueron las razones indiscutibles de aquellas victorias.
En 2009, el neobejaranismo va a decir que parte de los votos que se obtengan se deberá a ellos. Igual que el lopezobradorismo y los Chuchos. A ninguno le faltará algo de razón.
Marcelo Ebrard tendrá, así, que asegurar el triunfo en las urnas y luego hacerlo parecer como suyo. El problema es que esta vez hay demasiados tiradores. Y que al menos uno de ellos sigue creyéndose el bueno para la presidencial.
Interesante crucigrama para el jefe de Gobierno