Los resultados de las más recientes encuestas de tendencias electorales en México señalan que, rumbo a las elecciones federales intermedias del próximo 5 de julio, prevalece un escenario tripartidista en el país.
Particularmente, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha crecido de 13% que se le daba a finales de 2008 para situarse, en promedio, en el primer cuatrimestre de 2009 en 19%, porcentaje que le dan las encuestadoras en abril y mayo de este año.
En sus resultados de abril, Consulta Mitofsky señala una preferencia de 18.9% para el PRD, lo cual muestra una recuperación significativa, pues en enero de este año la misma empresa lo colocaba con 15.6%.
Demotecnia, de María de las Heras, indica que la preferencia electoral del PRD se ha mantenido constante desde febrero de este año hasta finales de abril, cuando realizó su última encuesta, pues en ambos estudios de opinión 19% de las personas consultadas expresaron su preferencia hacia este partido.
Parametría también le da 19% al PRD en su último sondeo de opinión, y en su más reciente estudio el periódico Reforma lo ubica con 15% de preferencias electorales.
Frente a estas tendencias extraña que una empresa, Berumen, cuyos resultados dio a conocer recientemente un periódico de circulación nacional, indique que las preferencias electorales del PRD sean solamente de 13%. Datos que contrastan con el resto de los resultados de los sondeos realizados por otras empresas.
¿Qué metodología llevó a esta empresa a obtener un resultado diametralmente opuesto a la tendencia que revelan otros estudios de opinión? La cortina metodológica que acompaña el estudio no resulta lo suficientemente clara.
La recuperación del PRD, la cual consignan la mayoría de las encuestadoras, se explica como una reacción de la ciudadanía ante los malos resultados de los gobiernos panistas y a la polarización que el partido del gobierno ha desatado en contra, ahora, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Resulta comprensible que la sociedad, incluidos sectores importantes de ésta que apoyaron a Felipe Calderón, se sienta decepcionada e incluso traicionada. Primero llegó a la Presidencia de la República por medio de una imposición que colocó al país al borde del rompimiento social. Segundo, prometió empleo y bienestar; sin embargo, en la primera mitad del gobierno de Calderón el país vive la peor crisis económica desde 1996, después del error de diciembre. En aquella ocasión el Producto Interno Bruto (PIB) descendió nueve puntos porcentuales; ahora el gobierno federal, en voz del secretario de Hacienda, ya reconoce una caída de 4% del PIB. Prometió empleos, pero en estos tres años la tasa de desempleo se ha disparado. Tercero, el gobierno federal ha desatado una guerra en contra del crimen organizado en la que el costo mayor, como ocurre en toda guerra, lo ha pagado la población civil.
Ante esta situación y erróneamente suponiendo que la ciudadanía carece de memoria, el PRI pretende presentarse como una solución, cuando ha sido y es parte del problema.
En un concurso de cinismo, el PRI y el PAN se han dedicado a descalificarse; sería lamentable que esta guerra de lodo alcance a algunas empresas dedicadas al estudio de opinión, pues su aportación permite acercarnos al sentir de los votantes. Estos números son significativos para el PRD porque algunos de los sectores más conservadores de la derecha y de la izquierda deseaban que este partido se fuera a pique después de las elecciones internas de 2008. Contrario a esto, hoy el PRD se mantiene como uno de los tres pilares del sistema de partidos políticos en México y, de confirmarse las tendencias, se mantendrá como un factor protagónico en ambas cámaras del Congreso de la Unión.
Sin embargo, uno de los problemas en los que podría derivar la polarización PRI-PAN es el aumento del abstencionismo que, otra vez, la mayoría de las encuestas lo ubican en el orden de 65%.
México está inmerso en una época electoral y seguramente algunos partidos tratarán de descalificar las propuestas y el trabajo de los demás institutos políticos mediante acciones sucias; ojalá que las encuestas no se presten a este tipo de estrategias.
En todo caso, los estudios de opinión deben considerarse como lo que son, datos que sólo consignan las posibilidades de ese momento.
Miembro de la Comisión Política Nacional del PRD