Las opiniones de quienes consulté el ofrecimiento del Partido del Trabajo para ser candidato a diputado federal resultaron divididas. Las familiares fueron en general reticentes; las que obtuve de ciudadanos y actores polÃticos aconsejaron claramente â??aunque por distintas razonesâ?? que aceptara la postulación.
Coincidió la presentación de mi biografÃa documental en el Archivo General de la Nación, el 26 de marzo, con el lÃmite de la decisión. HabÃa preparado un final definitorio por el que cerraba un ciclo de mi vida pública. Ratificaba mi lealtad intelectual a la causa en la que milito y anunciaba que no aceptarÃa en adelante cargos de representación polÃtica.
Modifiqué el guión y solicité la benevolencia del archivo para acoger nuevos testimonios: â??Los últimos episodios de un transcurso existencialâ?. El cambio de proyecto no fue fácil y en mucho se debió al súbito agravamiento de las tendencias cÃnicas y autoritarias que campean en el escenario del paÃs.
Fui miembro del Senado en los inicios de la transición, como parte de una exigua fracción que tuvo la convicción para desafiar a una mayorÃa aplastante. Me correspondió más tarde â??en un vuelco históricoâ?? presidir la Cámara de Diputados como dirigente de la primera mayorÃa opositora y cancelar solemnemente la hegemonÃa del Ejecutivo sobre el Congreso.
¿Cuál podrÃa ser hoy la función de un legislador dispuesto a confrontar la derechización de México y promover modificaciones en su estructura polÃtica? Depende en gran medida de la inclinación del voto ciudadano, pero también de la calidad y determinación de los representantes populares.
Primero son los medios alternos de comunicación con los electores, a fin de contrarrestar la manipulación oficial. El IFE tiene la obligación constitucional de atajar el manejo tramposo de la epidemia y de otra contingencia pública. En seguida, la movilización de las mentes en torno a las cuestiones centrales que se juegan en estos comicios.
Dos deberes son ineludibles: recuperar la división de poderes y replantear la reforma de las instituciones. Ningún sistema democrático puede funcionar sin el juego transparente entre gobierno y oposición. Ocurre sin embargo que en 2006 el PRI convalidó la elección espuria del Ejecutivo y estableció un oscuro contubernio que falsea la vida nacional.
Esta elección no restablecerá la normalidad democrática: Calderón será ilegÃtimo â??hasta el fin de los siglosâ?. La cámara que de ella emerja podrÃa no obstante devolver el poder a la sociedad mediante fórmulas consensuadas de participación ciudadana, que incluyen la revocación de mandato. TendrÃa que elevar la mira, recuperar la intransigencia y erradicar la componenda.
Es menester democratizar la cámara, clausurar el mandarinato parlamentario y restaurar la libertad de palabra de los legisladores. La soberanÃa popular se expresa en la rendición de cuentas y el equilibrio polÃtico eficaz. Mientras el Poder Legislativo no encare a fondo la impunidad estará traicionando su encomienda esencial.
El Congreso habrÃa de ser el refugio del estado de derecho. Su misión cardinal es el combate a la corrupción. El seguimiento penal de los delitos contra el patrimonio público, la ejecución de los juicios polÃticos, la estrecha vigilancia de las acciones petroleras y todo intento de entreguismo, asà como la creación de un observatorio social contra el abuso del poder.
Su responsabilidad con los electores es la elevación del salario, la soberanÃa alimentaria, una polÃtica racional de seguridad, el respeto a los derechos humanos y la recuperación de un proyecto nacional de desarrollo. Convertir la educación, la ciencia y la tecnologÃa en los ejes de un progreso compartido.
México se precipita en una recesión económica, polÃtica y moral que clausura la esperanza de otra generación. Hace casi 30 años vamos en picada. El enemigo común es el neoliberalismo y las complicidades que lo sustentan. Nada menos que la alianza documentada entre las corruptelas del PRI y las venalidades del PAN.
Hemos entrado en la pendiente de un fascismo rudimentario y depredador. Un enjambre de cacicazgos económicos, servidumbres palaciegas y ataduras internacionales que han liquidado la noción de Estado. Ahumada es hoy el testigo inducido pero inequÃvoco de una deriva sistémica y criminal.
Es hora del coraje cÃvico, como en 1988 y en 2006. Lo que no hagamos por la vÃa pacÃfica nos va a ser cobrado por la violencia. Sostengamos la continuidad institucional de México a través de un Congreso digno e independiente. Votar en conciencia es nuestro deber patriótico