En tiempos de influenza, el servicio del sexo en la ciudad de México sigue su marcha entre la incredulidad, el enojo y algo de miedo de quienes los prestan.
Aunque en el paÃs hace dÃas la pandemia fue declarada, en las zonas donde se concentra la prostitución no hay alertas. Cuando mucho, se usan cubrebocas, que no bastan para ocultar las sonrisas. Para las y los trabajadores sexuales la verdadera contingencia es que sus ingresos disminuyeron hasta un 50%.
â??Somos la población olvidadaâ?. Esther deja fluir estas palabras con todo el enojo que puede guardar su cuerpo bajito, enfundado en un vestido negro. â??Si la influenza es tan grave como dicen, ¿por qué no ha venido una brigada de salud a repartir tapabocas, a realizarnos pruebas?â?. Su pregunta tiene también una fuerte carga de incredulidad. Trabaja en los alrededores del metro Revolución. En la zona hay más de 20 trabajadoras sexuales. Como ella, la mayorÃa no cree que exista la epidemia. â??Sólo asustan a la gente y a los clientesâ?, dice a su vez Cristina, quien al igual que algunas de sus compañeras es madre soltera y se pregunta: â??¿cómo vamos a mantener a nuestros hijos?â?.
En México no hay datos sobre cuántos hombres y mujeres se dedican al trabajo sexual. Pero no es una población menor. Cifras presentadas en 2008 en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal establecen que sólo en la ciudad de México hay alrededor de 40 mil personas que ejercen prostitución