Hablar de La Sauceda es hablar de memoria colectiva, de infancia, de domingos en familia y de una relación entrañable entre la ciudad de Hermosillo y su espacio público más simbólico. Durante años, este parque fue testigo del crecimiento de generaciones enteras; después, vino el abandono, el cierre, la incertidumbre. Hoy, su recuperación representa no solo una obra urbana, sino un acto de reconciliación entre la ciudad y su derecho al esparcimiento.
El renacimiento de La Sauceda ocurre en un momento en el que las ciudades claman por más espacios verdes, por lugares seguros para convivir, por entornos donde el tiempo no se mida por el tráfico o las pantallas, sino por la experiencia compartida. Este parque emblemático vuelve a colocarse como un punto de reunión donde la vida cotidiana recobra otro ritmo.
1. La memoria viva de varias generaciones
Durante décadas, La Sauceda fue sinónimo de recreación accesible. Sus juegos mecánicos, áreas verdes y espacios abiertos marcaron la infancia de miles de hermosillenses. No era solo un parque: era un ritual semanal, una salida esperada, el primer contacto de muchos niños con la idea de lo público como algo propio.
El cierre de este espacio provocó una sensación de orfandad urbana. La ciudad siguió creciendo, pero sin uno de sus corazones sociales más representativos. Hoy, la reapertura gradual devuelve no solo infraestructura, sino identidad.
2. Una recuperación que va más allá del concreto
La rehabilitación de La Sauceda no se trata solo de rescatar juegos o jardineras. Implica reordenamiento del espacio, seguridad, accesibilidad universal, iluminación adecuada, áreas deportivas y zonas culturales. La apuesta es convertirlo en un parque vivo, funcional durante el día y la noche, pensado para niñas, niños, jóvenes, adultos mayores y personas con discapacidad.
Este modelo de recuperación urbana responde a una visión más amplia: que los parques no sean espacios de ocasión, sino ejes permanentes de bienestar social.

3. La Sauceda como símbolo del nuevo espacio público
En muchas ciudades del país, el deterioro de áreas verdes ha generado una desconexión social profunda. La Sauceda representa un ejemplo contrario: el espacio público que regresa para combatir el aislamiento, el sedentarismo y la fragmentación comunitaria.
Caminar por sus senderos, reencontrarse con antiguos visitantes o ver a nuevas familias apropiarse del lugar genera una sensación difícil de describir: es como si la ciudad se reconciliara consigo misma.
4. Actividades, cultura y recreación para todos
Hoy, La Sauceda ya no es solo un sitio de juegos. Sus áreas están pensadas para actividades recreativas, culturales y deportivas:
- Eventos familiares y ferias comunitarias
- Actividades fitness al aire libre
- Espacios para presentaciones artísticas
- Zonas de descanso y lectura
- Circuitos para caminar o trotar
Esta diversificación permite que el parque sea visitado no solo los fines de semana, sino diariamente, integrándose a la rutina de la ciudad.
5. El impacto emocional de recuperar un ícono
El regreso de La Sauceda tiene un componente profundamente emocional. Para muchos adultos, volver al parque es reencontrarse con su propia historia. Para los más jóvenes, significa descubrir un espacio del que escucharon hablar a sus padres o abuelos.
Esta carga simbólica es uno de los grandes valores del proyecto: no se reconstruye únicamente un espacio físico, se restituye un vínculo afectivo entre la ciudad y sus habitantes.

6. Turismo local y economía que se reactiva
La reactivación de La Sauceda también tiene un impacto directo en la economía local. Pequeños comercios, vendedores, prestadores de servicios y actividades culturales encuentran en este parque una nueva fuente de ingresos.
Además, el turismo local cobra fuerza. Familias de otros municipios cercanos comienzan a incluir el parque dentro de sus recorridos, lo que fortalece la oferta recreativa de Hermosillo sin depender exclusivamente de atractivos comerciales.
7. Un llamado a volver a habitar la ciudad
Visitar La Sauceda hoy es un acto de reapropiación del espacio público. Es recordar que la ciudad no solo se transita: se vive. En tiempos donde el encierro, la inseguridad o el estrés han reducido la convivencia, este parque ofrece una alternativa tangible para reconstruir comunidad.
Invitar a volver no es solo una consigna turística: es un llamado a recuperar la vida al aire libre, el encuentro espontáneo, la conversación sin prisa, el juego sin pantallas.

La Sauceda y el derecho a la ciudad
Especialistas en urbanismo coinciden en que los espacios públicos de calidad son indicadores directos de bienestar social. La Sauceda, en ese sentido, se convierte en un recordatorio de que la infraestructura urbana también debe sanar heridas sociales.
Niñas y niños jugando, adultos mayores caminando con seguridad, jóvenes ejercitándose, familias conviviendo: esa escena cotidiana es la verdadera medida del éxito de un espacio público.
Una invitación abierta
Recorrer La Sauceda hoy no es solo visitar un parque restaurado. Es participar en un proceso de reconstrucción colectiva. Es volver a sentir que la ciudad también puede ser un lugar de pausa, de encuentro y de disfrute.
Hermosillo necesitaba recuperar este espacio, pero sobre todo, necesitaba recuperar la posibilidad de convivir sin prisas, sin barreras y sin miedo. En cada sendero rehabilitado, en cada área verde recuperada, hay una oportunidad nueva de volver a empezar.
Y esa oportunidad está abierta para todos.








