“Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”
Napoleón Bonaparte
Con la amenaza de escandalizar a aquellas mujeres que me leen y se definen como feministas irredentas, estoy aquí arriesgándome a compartirles que el término feminista me desagrada desde siempre, no creo en la igualdad del hombre y la mujer, tenemos amplias diferencias, lo que hace que nos complementemos. Sin embargo creo en la equidad de género y me siento orgullosa de ser mujer, de reconocer y ensalzar la participación de las mujeres en la historia de México.
Claro ejemplo de mi argumento es la presencia de importantes mujeres en la independencia de nuestro país.
María Leona Vicario, fue un instrumento determinante en la lucha armada, de igual manera que Josefa Ortiz de Domínguez. Ellas han sido reconocidas a través de la historia, pero hay muchas otras que no han sido perpetuadas en los libros pero si en la tradición popular.
María Soto la Marina es una de estas mujeres, ella logró reanimar al ejército rebelde llevando agua a las tropas durante el combate: las guardias de Fernando VII resguardaban el río impidiendo que cualquiera se acercase, una mujer del pueblo que se dio cuenta de la situación, abandonó su lugar a salvo en el fuerte y atravesó la línea de fuego para transportar el agua a los seguidores de Mina. Sorprendentemente no sufrió daño alguno y alcanzó a dar agua a todo el ejército.
La Serrana de Dolores como se le conoce coloquialmente (su nombre permanece en el anonimato), salvó la vida de Vicente Guerrero cuando lo encontró perdido, confundido y hambriento en la sierra después de haber perdido la batalla de Cóporo. La Serrana lo llevó a una cabaña, donde lo alimentó y cuidó. Ya repuesto, la mujer le entregó los pocos instrumentos que tenía para su defensa personal: un cuchillo viejo, un trabuco [escopeta antigua], balas y pólvora. Gracias a su ayuda, el insurgente pudo continuar su camino y reincorporarse a la lucha.
“La Heroína de Huichapan”, formó un ejército con sus propios recursos y lo encabezó ella misma. Varias veces derrotó a los realistas, pero finalmente su ejército sufrió tantas bajas que ella continuó luchando sola, resistió, hasta que fue capturada. Su actitud logro sorprender a los españoles que ordenaron que no fuera fusilada como era la costumbre, sino puesta en libertad, porque, dijeron, “Mujeres como ella no deben morir”.
Tres casos, sólo tres, deben de existir cientos que no conocemos y que jamás fueron registrados. Pero al igual que estás tres, muchas otras, deben haber luchado a la par de sus hombres para defender y lograr sus ideales.
México es un país de mujeres, de mujeres fuertes y luchonas, dispuestas a sacar adelante a su gente a su familia. Orgullosamente soy mexicana y soy mujer.
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/884/88411136009.pdf