Cuando Luiz Inacio Lula da Silva despidió del gabinete a Dilma Rousseff, para que ésta pudiera arrancar su campaña presidencial, lo tradicional hubiera sido que a la escena la embargara cierta nostalgia. Después de todo, el acto marcaba el final de una era en Brasil, y el advenimiento de otra.
Un gobierno, un presidente, Lula, inicia su etapa final. Pero en el caso del brasileño nada parece ser como se espera y, lo que comenzó con la salida de Dilma, fue el arranque de una campaña más de Lula en su vida sindical y polÃtica. El pasado 31 de marzo se estaban yendo Rousseff y otros 10 ministros, que serán candidatos a distintos cargos en los comicios de octubre entrante.
La ahora ex jefe de la Casa Civil dio un discurso de despedida en el que repitió 67 veces el nombre de Lula, como para que quedara claro quién serÃa el protagonista de su campaña y, dÃas después, el propio mandatario dejó escapar una frase no exenta de misterio y múltiples interpretaciones, en una reunión con profesores, en el Palacio del Planalto: â??Estoy a la mitad de mi carrera polÃticaâ?¦â?.
Con una popularidad capaz de romper todas los aparatos de medición, Lula no parece dispuesto a regresar con tanta facilidad a su apartamento en Sao Bernardo do Campo, o a su sencilla casa de fin de semana en el ABC paulista.
Su primera meta es retener la Presidencia para el partido de los Trabajadores (PT) y asegurarse su altÃsima cuota de poder; y luego, como desde hace tiempo lo dicen sus amigos y quienes más lo conocen, tal vez piense en regresar a la Presidencia en 2014.
De hecho, la carrera presidencial entre Rousseff y el tucano, ex gobernador de Sao Paulo, José Serra, aparece más peleada en las encuestas de lo que todos creÃan. El factor Lula en materia de respaldo popular parece ya estar jugando a favor de la ex ministra.
Dilma Rousseff arrancó con 17 puntos de popularidad en enero pasado, de acuerdo con los sondeos, se ubica ahora en 31, mientras que Serra habrÃa bajado de 38 a 34%, de acuerdo con el estudio de la consultora Vox Populi, para la cadena Bandeirantes.
â??A pesar de que tenÃa todo para ser relecto y no lo hizo, a fin de no dañar la Constitución, Lula no es un hombre que vaya a regalar todo lo que consiguió en su carrera polÃticaâ?, sostiene el sociólogo José Antonio Goncalves.
Es un presidente que en los más de siete años que lleva en el poder no sólo consiguió logros polÃticos y económicos, reconocidos en el mundo, sino que también dejó en la columna del debe la prometida reducción de la pobreza a mucho menos de la mitad que en 2003. También la meta de â??Hambre Ceroâ? se quedó en veremos.
La de Lula es la gestión en la que el paÃs duplicó y hasta podrÃa triplicar sus reservas petroleras, pero también sigue siendo la nación más desigual de América Latina, donde la dejadez institucional y legal, junto a la carencia de infraestructura, terminó de confeccionar las dantescas imágenes de RÃo de Janeiro bajo el agua y los deslaves, por culpa de una lluvia prolongada.
En la caso de Lula parece que no hay nada que pueda bajarlo del pedestal de popularidad en el que está desde recién llegado a la Presidencia. â??Mr Teflónâ?, como lo conocen sus colegas en la región, es como se lo habÃa dicho a EL UNIVERSAL, en 2007, el prebÃstero Fray Betto, su ex asesor y amigo personal: â??un mito viviente de la polÃtica. En el 2014 lo intentará nuevamente. La polÃtica y el liderazgo se hicieron para élâ?.
Aquella afirmación pareció confirmarla el propio mandatario en la reunión con profesores en la que dijo que está â??a la mitad de mi vida polÃticaâ?¦â?. Y en polÃtica, aún en la mitad de una trayectoria, hay planes, estrategias, metas. Las de Lula, según sus colaboradores, son varias. La primera y excluyente es ayudar a Dilma a ocupar su despacho.
El sábado, cuando Os tucanos mostraron unidad en la oficialización de la candidatura de Serra, con el ex presidente Fernando Henrique Carodoso (1994- 2002) en el escenario, Lula recorrÃa su feudo de hierro, el ABC, junto a Dilma. Este protagonista de mil batallas electorales sabe que allÃ, en el corazón industrial de Sao Paulo y del paÃs, comienzó todo: su carrera sindical y su camino hacia el mito actual. También sabe que allà están los votos y comienzan a ganarse las elecciones.
Si a Dilma y a Lula no les alcanza para vencer a Serra, al presidente lo espera el rol que mejor desarrolló durante 22 años, el de jefe de la oposición, lo que junto al 80% con el que está a punto de culminar su mandato le alcanzarÃa para ratificar la máxima de esa especie de â??animales polÃticosâ? â??los que se jubilan recién con la muerteâ?? e intentarlo por sexta vez en el 2014.
De ahà que en el Planalto no hay tiempo para la nostalgia ni para la tristeza que suele acarrear el final de una etapa. Lo que Lula da Silva y los suyos están barajando no es más que la continuidad o, en el peor de los casos, un simple impasse en el gobierno