Una cosa es el acoso escolar, que ha existido desde tiempos “inmemoriales”, y otra muy distinta es la comisión de un delito enmascarado en esta conducta violenta de un niño o niña.
¿O que? ¿no basta saber que falleció un niño en Tamaulipas ya que sus compañeros le arrojaban a la pared? ¿o que una niña en Zacatecas fue acuchillada con un lápiz en una rabieta de compañeritas de escuela?
Las razones de la violencia son otra cosa y merecen ser analizadas por especialistas, pero hay una línea muy clara entre el acoso y la comisión de un delito castigado como tal en el código penal de cualquier entidad.
¿O nos haremos de la vista gorda? Es claro que la crueldad de los niños es inconmensurable al grado de que son depredadores de si mismos.
Atento llamado a padres de familia, sus hijos sin medir entre bien y mal pueden terminar presos a muy corta edad por bullying aunque realmente cometan un delito, como el de homicidio.