Las expresiones comportamentales de la sexualidad, antes llamadas parafilias, no tienen nada que ver con la orientación sexual, ni son dañinas, a menos que sean expresadas erróneamente o atenten contra la integridad de alguien. Entre las más conocidas están el vouyerismo, la zoofilia, la necrofilia, el sadismo y el masoquismo.
El fetichismo, considerado una expresión comportamental de la sexualidad, consiste en el gusto de obtener y/o poseer objetos pertenecientes o representativos de determinadas personas.
De esta se deriva una práctica llamada misofilia, que es amor por lo sucio, por medio de elementos, principalmente ropa íntima, no lavados. Se puede realizar masticando, oliendo, vistiendo o con alguna otra acción de esos elementos, solo o con otra persona.
Esta expresión no se considera anormal, siempre que, como todo comportamiento, no genere daños a terceros y sea bajo propio consentimiento. Si se hace algo en pareja, es de común acuerdo.
El blog elsyreyes.com, destaca que esta práctica, muy popular en Japón, es un negocio redituable. Existen las buruseras, las cuales son tiendas donde las chicas venden su ropa interior sucia.
En estos comercios también se venden uniformes escolares y trajes de baño. Algunas traen una foto de la persona que usó la prenda. Los clientes en su mayoría son hombres, que ven en este tipo de fetichismo, una forma de estimulación sexual.
Las namaseras, por otro lado, son una vertiente más, pero las chicas que venden su prenda están presentes. El cliente elige a una y ante él se quitan la prenda. Están a la venta desde los 730 hasta los 1400 pesos, y mientras más sucias mejor.
En 2004 muchas mujeres que vendían sus prendas abandonaron la actividad por una ley que prohibía este “trabajo” entre menores de edad.
El proceso de venta, de acuerdo con foroanime.com, funciona de la siguiente manera:
1. Las chicas compran una prenda barata, la usan por dos o tres días, dependiendo el gusto, sin cambiársela.
2. Van a la tienda que se dedica a la compra y venta de estos artículos y la entregan.
3. Reciben 10 veces el precio que les salió la prenda original. La ropa se ponen en estanterías donde son empaquetadas para conservar el aroma.
En general, la misofilia es una práctica que no se ha extendido a muchos lugares, pero al ser un tipo de fetichismo, guarda mucho de él, por lo que no es tan ajeno o lejano el “amor” por una prenda u objeto, al cuál siempre se verá como sinónimo de placer y estimulación sexual