Militantes y simpatizantes de candidatos a puestos de elección popular recorren dÃa y noches las calles de la ciudad; lo hacen sin remuneración alguna y con la esperanza de obtener un puesto en la estructura de gobierno para los tres años siguientes.
Entrevistados por separado, grupos cercanos a aspirantes de los ocho partidos polÃticos detallaron las labores que realizan diariamente para ganarse la estima de los grupos de poder.
Aseguran que son ellos â??dirigentes vecinales y del comercio informalâ?? quienes acuerdan con aspirantes a jefes delegacionales y diputados locales la forma en que se repartirán las plazas de estructura.
â??Aquà no hay descanso, hay que estar puntuales a la hora que nos diga el coordinador de campañaâ?, explicó José Luis, uno de los participantes de la campaña del Partido de la Revolución Democrática en Cuajimalpa y que se he pasado más de 15 dÃas repartiendo propaganda y pegando publicidad en postes y bardas.
Por su parte, Imelda â??Nâ?, simpatizante de Acción Nacional en Benito Juárez, sostuvo que realiza labores de captura, fotocopiado y concertación de citas, además de que apoya en la logÃstica de los eventos de los candidatos del PAN-DF. Indicó que únicamente recibe, â??en ocasionesâ?, 50 pesos para un taxi.
Los horarios son intensos. Tan sólo en las demarcaciones Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero e Iztacalco citan a la gente de batalla, mejor conocidos como la tropa, a las 07:00 horas para entregar volantes en lecherÃas, escuelas y mercados.
En cambio, la salida siempre es incierta. Si hay reunión con vecinos a las 21:00 horas el fin de la jornada se prolonga hasta la madrugada del dÃa siguiente.
Colaboradores de diferentes campañas revelaron que tienen que llevar sus vehÃculos con la firme promesa de que a la semana les rembolsarán la gasolina utilizada; â??por lo general se queda simplemente en una promesaâ?, indicó uno de los perredistas de Tlalpan que lleva en el toldo un megáfono promocionando a los candidatos.
â??¿Cómo le voy a pedir al jefe que me pague lo que gasté?, eso se ve mal y no vaya a ser que se enoje; mejor me espero tantito. Ojalá que me dé algo despuésâ?, añadió.
Cabe señalar que todos los entrevistados solicitaron no revelar sus apellidos y menos a qué candidato apoyan, pues de lo contrario estarán expuestos a perder sus pocas oportunidades de trabajo.
Quienes forman parte de una estructura delegacional tienen la oportunidad de llegar tarde a sus centros de trabajo, a cambio de convertirse en transportadores de los simpatizantes; en su defecto, son repartidores de propaganda.
Acarrear sillas, instalar lonas, carpas, equipo de sonido y el acondicionamiento del lugar a visitar forma parte de las jornadas vespertinas de aquellas personas que, sin escatimar, apuestan todo por un candidato.
Andrew Sánchez relató a Crónica que está acostumbrado a participar activamente en campañas electorales. â??Lo hice en el 2006, dediqué todo mi esfuerzo a la candidatura de Erásto Ensástiga a pesar de que no me dio nada. Afortunadamente, me ofrecieron trabajo en Azcapotzalcoâ?.
Por transporte no paran. Si hace falta, están los vehÃculos oficiales. Ocultar el logotipo de una delegación es fácil: mantas y posters cumplen esa función.
Mientras unos capturan gestiones sociales, otros conforman padrones, pero nadie tiene algo seguro. Además, los pasajes y comidas van por cuenta de cada quien.
El rumbo de la campaña y las problemáticas sólo son conocidas por la cúpula más cercana a los candidatos.
Los de abajo se limitan a recibir órdenes, a portar camisetas del candidato, a aplaudir, a echar porras