Mario Alberto Romero Rodríguez, El Tucán, sembró el terror durante más de cuatro años en la tenencia de Antúnez; era el “señor” para la mayoría de los habitantes de ese poblado, ubicado estratégicamente entre Cuatro Caminos y Apatzingán, que sirvió como centro de operaciones de Los Templarios hasta que llegaron grupos de autodefensa para expulsar y hacer desaparece al cártel michoacano.
“El Tucán huyó minutos antes de que entraran los autodefensas a Antúnez; se fue en una camioneta de lujo y apenas pudo llevarse algunas cosas de su casa”, relata un exguardia de Romero Rodríguez, quien ahora trabaja como jornalero al ser “perdonado” por los civiles armados convertidos en Fuerza Rural.
Mario Alberto Romero fue lugarteniente de Nazario Moreno; a la muerte de su jefe máximo y tras el abatimiento de Enrique Plancarte, se puso a las órdenes de Servando Gómez; siempre estuvo en la mira de los llamados comunitarios, porque lo consideraban un “asesino sanguinario”, presunto responsable de secuestros, desapariciones, así como despojo de propiedades a empresarios agrícolas de la Tierra Caliente Michoacana.