En Indonesia, los mototaxis exclusivos para mujeres musulmanas, manejados por conductoras ataviadas con el velo islámico, están ganando cada vez más terreno.
Este nuevo servicio, propuesto por la ‘start-up’ Ojek Syari, se dirige al creciente número de mujeres que, en virtud de una interpretación estricta del islam, rechazan cualquier contacto con una persona del sexo opuesto, a excepción de su pareja. Indonesia es además el país con mayor población musulmana del mundo.
Muchas compañías de taxi de dos ruedas, que conectan a pasajeros y conductores a través de aplicaciones de telefonía móvil, han aparecido en los últimos dos años en este archipiélago del sureste de Asia, especialmente en la capital, Yakarta, una de las ciudades con más atascos del mundo.
Estas empresas emergentes, que se inspiran en gran parte del modelo Uber, son cada vez más innovadoras y compiten con los tradicionales mototaxis ‘ojek’, omnipresentes en Yakarta, donde cualquier particular con una motocicleta puede ejercer esta actividad tolerada.
La compañía Ojek Syari, apodada Ojesy, ofrece un servicio dedicado especialmente a las mujeres musulmanas, para responder a su vez a una exigencia de seguridad y de conformidad a algunas prácticas religiosas en este país de 250 millones de habitantes, en casi un 90% musulmanes.
“La necesidad de transporte de las mujeres es enorme, especialmente en las grandes ciudades, donde las tasas de criminalidad y de acoso sexual son muy elevadas”, declara a la AFP Evilita Adriani, cofundadora de Ojesy.
Las mototaxis de Ojesy cuentan exclusivamente con conductoras tocadas con el velo islámico y vestidos largos, que sólo transportan a mujeres y niños. Sus primeros servicios tuvieron lugar en marzo en Surabaya, segunda metrópolis de Indonesia, antes de extenderse a otras ciudades de la gran isla de Java.
“Me siento más cómoda si me transporta una mujer musulmana como yo”, explica Nurlaila, ama de casa de Surabaya, que utiliza este servicio para llevar a sus hijos al colegio, una práctica corriente en este país donde es frecuente ver a una familia de tres, cuatro e incluso cinco miembros apretujarse en un dos ruedas.